El arte de resucitar el acordeón

El acordeón apareció en la escena musical en Panamá antes de su independencia en 1903 pero fue a mediados del siglo XX que el intérprete y compositor Rogelio Gelo Córdoba lo introdujo en la ejecución de las piezas tradicionales hasta convertirlo en el instrumento protagonista en la música típica panameña, que ha sido masificada en todo el país con cautivadores arreglos orquestales.

Cuando el joven acordeonista panameño Manuel de Jesús Ábrego entra en escena para la ejecución de piezas folclóricas ante un público decidido a bailar, lo hace con una garantía que pocos conocen: la afinación de los acordeones hecha por su padre –Jesús-, un técnico de instrumentos musicales que ejerce la profesión hace 50 años en Panamá.

El artista suele llevar consigo un acordeón diatónico o de botones, de tres líneas, fabricado en Alemania y otro confeccionado en Colombia. Es uno de los artistas con mayor proyección en la música típica y atribuye el éxito de su conjunto al afinado realizado por su padre y a la calidad de los micrófonos y parlantes distribuidos para el desarrollo del espectáculo en recintos con buena acústica.

Manuel de Jesús formuló sus declaraciones en la ciudad de Panamá, en un cuarto contiguo al modesto taller donde su progenitor utiliza un aparato electrónico para afinar el acordeón de Osvaldo Ayala, un músico y compositor con 40 años de trabajo, quien realiza conciertos anuales en Colombia, Canadá y Estados Unidos y es seguido por un público latinoamericano diverso y alegre.

El joven artista resaltó que “en Panamá, gustan mucho los tonos menores del acordeón, algo que ha sido incorporado en los arreglos de cumbias en la vecina Colombia”. Sostuvo que aprendió a ejercer la fuerza adecuada al instrumento de viento, para accionar y asegurar el paso fluido del aire a través de las lengüetas, pero sin estirar demasiado el fuelle para no romperlo en pleno concierto.

“Saber ejecutar el acordeón en un escenario implica hacer uso de la propia energía, detectar si un botón no funciona correctamente y apreciar si el sonido emitido se vuelve ronco. Entonces, es el momento de someterlo al examen técnico, para arreglarlo”, aclaró.

Manuel de Jesús recordó que hace más de 30 años su padre decidió variar la sonoridad del acordeón, ya que los recibidos de fábrica poseían un sonido “brillante” (sin octava). En su taller, consiguió que el instrumento emitiera un sonido “re-sol-do armonizado”. “Ello gustó y marcó la diferencia en la evolución musical”, reseñó.

Expresó que otra forma de atraer la atención del público, sin anunciarle previamente el cambio de patrón, es generar un sonido más dulce, a través de las notas sol-do-fa. “La idea es tratar que el oído humano disfrute y no se canse. En esa actividad, hay un trabajo científico, en el que intervienen los afinadores”.

El acordeón “diatónico” de tres líneas tiene 31 botones para la mano derecha y en su parte del acompañamiento o bajos (que se tocan con la mano izquierda), tiene 12. A menudo, los afinadores cambian los tonos al acordeón, manteniendo los mismos intervalos y relaciones armónicas de su fabricación. El propósito de esos cambios es adaptar el instrumento a nuevas tendencias de un público joven, al que le atraen las innovaciones y nuevas composiciones bailables.

El acordeón “cromático”, por su parte, es un instrumento que en la parte de la mano derecha tiene un diapasón, con una disposición de botones o teclas como las de un piano. Comúnmente se le llama acordeón cromático al de botones blancos y negros en la mano derecha, y acordeón “a piano” al de teclado semejante al de un piano en la mano derecha. Pese a que este último ofrece mejor combinación de sonidos armónicos, el acordeón diatónico es el más utilizado en la música típica de Panamá.

¿Cómo funciona el instrumento?

El acordeón es un instrumento musical armónico de viento conformado por un fuelle, un diapasón y dos cajas armónicas de madera. En su interior, hay componentes hechos de madera, acero, aluminio y cartón. Su sonido es producto de un fenómeno físico generado cuando el acordeonista recurre a su propia fuerza para estirar y contraer, con movimientos repetitivos, las dos cajas del instrumento que están unidas por un fuelle. La presión ejercida por el ejecutante permite que el aire pase a través de unas lengüetas internas o “pitos”, identificadas por números, y provoca una vibración. El espacio comprendido entre las dos posiciones se llama amplitud de las vibraciones.

Para la afinación del instrumento, las cajas musicales son extraídas, se buscan las lengüetas o “pitos” desafinados y se liman hasta obtener la nota adecuada. El limado se hace por la punta, para agudizar o subir el tono, o en la parte de atrás del remache para bajarlo. Al limar en la parte baja de la lengüeta, el número de vibraciones disminuye y su tesitura es más grave. También se puede incorporar un cuerpo metálico sobre la lengüeta, para que baje de frecuencia.

La temperatura ideal para un buen funcionamiento del acordeón, varía entre los 15 °C y los 25 °C. Sin embargo, ello tiene poca incidencia en materia musical en Panamá, un país tropical y húmedo donde la temperatura promedio es de 27 °C, con máximas absolutas de hasta 39 °C y mínimas de 20 °C.

Hablan los conocedores

El maestro Jesús, quien se encontraba entre acordeones abiertos cuando fue contactado para la entrevista, reveló que aprendió el oficio en forma rudimentaria. Perfeccionó los conocimientos adquiridos y experimentó con los tonos, hasta sobresalir en el ámbito melódico. Ha perdido la cuenta de la cantidad de instrumentos afinados y “resucitados”, cada semana en su taller.

Hoy, dotado de novedosos dispositivos electrónicos de afinación importados de Japón, busca conseguir en cada instrumento una afinación en “la 440”, el nombre que se da coloquialmente al sonido que causa una vibración a 440 Hz a 20 °C, un estándar modernamente utilizado para afinar la altura musical. Muchos de estos dispositivos comerciales de afinación traen incorporado un metrónomo, para indicar el tiempo o compás de las composiciones musicales. Producen regularmente una señal, visual y/o acústica, que permite mantener el ritmo constante.

“La fábricas sacan al mercado acordeones con tres o cuatro tonos; quedan los tonos intermedios, que son los bemoles y tonos sostenidos, de los que yo me encargo acá. Las voces son las que exigen las tonalidades y al aparato se le puede subir un tono o medio tono, al gusto de los clientes”, puntualizó Jesús tras soplar a través de una pieza de madera denominada armónica.

“Algunos músicos estiran o presionan demasiado el fuelle, pudiendo esto “ahogar” el paso del aire en alguna de sus válvulas. Hay que saber administrar la fuerza sobre cada aparato, para que el sonido fluya y sea agradable”, remarcó el experto.

Enfatizó que en Colombia, hay afinadores que modificaron el instrumento para alcanzar 12 tonos, pero ello exige demasiado al acordeonista para acompañar el sonido bajo. Los estilos musicales de ambos países se diferencian en los acordes y en los movimientos rápidos o lentos. En Panamá, predominan tres tonos mayores, dos tonos menores y uno intermedio.

“En mi taller he reconstruido acordeones muy dañados o que traen problemas con los resortes de los botones o válvulas de madera. Yo saco lo que no sirve y lo reconstruyo, para que vuelva a funcionar otra vez”, dijo Jesús. En ese sentido, admitió que los instrumentos de medición ayudan muchísimo a obtener buenos resultados.

El veterano técnico de instrumentos señaló que la música evoluciona y los gustos también. Estimó que tal vez sea hora de que los acordeonistas incorporen en la ejecución de piezas típicas panameñas el acordeón a piano, “más completo, con bemoles y sostenidos y más cantidad de sonidos diferentes que no ofrece el diatónico”. Opinó que sería un reto, cuyos resultados merecen ser medidos.

Por otra parte, Ayala aclaró que el acordeón es “el rey de la fiesta” y desplazó en eventos típicos al violín, que carecía de impacto ante masivas concurrencias, lo que hizo que la fiesta fuese más grande y aumentase la difusión del sonido. Según su opinión, las tonalidades mayores del instrumento elevan la adrenalina de los bailadores jóvenes.

“El acordeón recibe la fuerza del brazo izquierdo —que hace mover el fuelle— y dependiendo de la intensidad con la que se hace la presión para impulsar el aire, las lengüetas vibran dentro de la caja del instrumento, que sonará más fuerte o menos fuerte para acompañar al cantante”.

Enfatizó que los acordeones ponen a bailar a la gente en las fiestas y en el Carnaval, pero necesitan mantenimiento preventivo. Gracias a ello, durarían más tiempo. Esa ha sido la clave para el funcionamiento ininterrumpido del Canal de Panamá por más de 100 años, y “es lo mismo en el caso de los acordeones”, aclaró.

“Mis acordeones tienen siempre una afinación impecable. Todas las semanas vengo al taller de Jesús Ábrego, quien es una especie de cirujano. Cuando adquiero un nuevo acordeón, él los toca primero que yo, lo que revela confianza hacia el maestro”, indicó Ayala.

David Carrasco (Panamá)

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here