Instrumentos en clave de 3D

La impresión 3D ha llegado al mundo de la música. Motorizando cambios de diseños y de materiales, esta tecnología está siendo usada para experimentar e innovar en la fabricación de instrumentos musicales, ya sea para dar nuevas formas a los ya tradicionales, promover la creación de nuevos instrumentos, o realizar réplicas totales o parciales de antiguos diseños (como la boquilla del saxofón original, creado alrededor de 1840 por el belga Adolphe Sax).

Los resultados son muy recientes y generan ciertas controversias sobre todo en lo relativo a la acústica de los nuevos modelos. Pero sus impulsores anteponen a ello los beneficios que ofrece esta nueva herramienta, en especial a la hora de explorar nuevas formas —muchas de ellas más ergonómicas—, o al permitir reducir los costos de los productos resultantes, al punto de ofrecer violines por12 dólares.

Con la intención de superar las dificultades que suelen surgir relacionadas con la acústica, los diseñadores recurren a la mezcla y combinación de materiales y técnicas. Fabrican ciertas partes del instrumento de modo tradicional con metal y madera, y completan el resto del instrumento con el plástico que usan las impresoras 3D (que se asemeja al utilizado en la producción de juguetes, bloques para armar y la carcasa de electrodomésticos).

¿Todo 3D?

A diferencia del modo de fabricación tradicional, en el que una pieza de madera va siendo tallada progresivamente hasta obtener, por ejemplo, la tapa de una guitarra, las impresoras 3D recurren a procesos de fabricación “aditiva”. Se trata de una tecnología que hace posible crear un objeto desde cero, por medio del añadido de material, capa sobre capa, hasta conformar la pieza buscada. El punto de partida del trabajo de impresión suele ser un diseño 3D.

Existen diferentes formas de obtener estos modelos digitales o archivos 3D: generarlos usando un programa de diseño asistido por computadora (CAD, acrónimo de su nombre en inglés, Computer Assisted Design); descargarlos de repositorios digitales disponibles en la web; o digitalizar objetos reales usando un escáner 3D.

3D + sustentable

En 2013, un ingeniero neozelandés, Olaf Diegel, ganó los titulares de los diarios de todo el mundo al realizar una presentación en vivo en la feria de diseño EuroMold en Frankfurt, Alemania, con una guitarra eléctrica, un bajo, una batería y un teclado, todos hechos con una impresora 3D.

En la Argentina, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial cuenta con un Laboratorio de Materialización, dentro del Centro de Diseño Industrial ubicado en el Parque Tecnológico Miguelete (San Martín, provincia de Buenos Aires), que trabaja en impresión 3D desde 2008. Su propósito es brindar soluciones innovadoras a la industria, para desarrollar productos, optimizar procesos, agregar valor, y sustituir importaciones.

Asimismo, en la ciudad de Buenos Aires funciona el CMDLab, Centro de Innovación de la Ciudad, dentro del Centro Metropolitano de Diseño (CMD) el que, con diferentes iniciativas, promueve la fabricación digital, entendida como la fabricación material de objetos mediante el uso de computadoras y dispositivos digitales automatizados.“Junto a la robótica, la inteligencia artificial, la bio y la nanotecnología, la fabricación digital es una tecnología exponencial con un alto impacto, y que crecientemente se va introduciendo en la industria, en el campo del arte, del diseño y de la investigación y desarrollo”, sostienen desde el CMDLab. Entre otras aplicaciones resulta de utilidad para realizar prototipos, productos únicos y bajas escalas de producción destinados a atender demandas específicas que requieren un alto nivel de precisión, entre otras aplicaciones.

El CMDLab imprimió en 2015 la primera guitarra “sustentable y 3D” de América Latina. Fue presentada durante un festival de música, Lollapalooza, en el que se la ubicó en un pequeño escenario invitando al público asistente a ejecutarla.

Realizada con alrededor de un 60 % menos de madera que una guitarra tradicional, el innovador instrumento se imprimió con hilados de filamentos de PLA (polímero conocido por sus siglas en inglés que corresponden a ácido poliláctico) de origen termoplástico y biodegradable, que se obtiene de la caña de azúcar.

“La consigna era que la guitarra fuera sustentable y ahorrara madera, pero mi propuesta fue que por ahorrar madera no convirtiéramos a la guitarra en un instrumento que sonara mal, porque iba a ser contraproducente”, dijo el lutier argentino Fernando Cipolloni a un diario local, durante la presentación de la tecnoguitarra.

El lutier aclaró que la madera tiene cualidades de vibración que le dan la calidad sonora, por lo que eligió realizar el centro de la guitarra en caoba. “Y hay una cuestión romántica: nadie tocaría una guitarra toda de plástico”, advirtió.

Ya lo decía el matemático, físico y filósofo francés Blaise Pascal a mediados de 1600: “El corazón tiene razones que la razón no entiende”.

Claudia Mazzeo (Argentina)