La magia envolvente del sonido

La música es pasión de multitudes. En una presentación en vivo –de un solista o un grupo musical–, el público puede vibrar con los ritmos musicales a una potencia de hasta 120 decibeles, según el concierto se realice en un espacio cerrado o al aire libre.

“Emocionante… ¡A puro metal!”. Así define Fabio Servín la experiencia que se vive en los conciertos que ofrece Patriarca, un conjunto paraguayo conformado en 1999 que atrae a jóvenes y adultos, y en el que ejecuta el bajo —un instrumento similar a una guitarra eléctrica pero, según nos explica, afinado a una octava más grave—. Producen un estilo musical denominado thrash metal, un subgénero del heavy metal, en la más pura vena de grupos referentes internacionales como Metallica, Anthrax, Exodus y Slayer, y con canciones en español. El thrash se caracteriza por la agresividad del ritmo, la velocidad con la que se ejecutan la batería y la guitarra eléctrica, con muchos riffs y palm mute —técnica que producen los guitarristas para obtener un sonido más apagado de las cuerdas— y por la potencia de su música.

El viaje de la música

En su material “La naturaleza del sonido”, el ingeniero electrónico Federico Miyara, argentino, define el sonido como “…el resultado de una perturbación que se propaga en un medio elástico”. El sonido (o perturbación) viaja como ondas a través del aire hasta llegar al oído de las personas. La velocidad del sonido en el aire seco, a una temperatura de 20 ºC, es de 343,25 m/s. “Esto significa que para recorrer una distancia de 343,25 metros el sonido demora 1 segundo. En el agua el sonido viaja 4 veces más rápido que en el aire”, explica Miyara.

“Las ondas sonoras en los conciertos se propagan a través del aire y son originadas por variaciones de presión por encima y por debajo del valor estático de la presión atmosférica”, explicó la ingeniera Lourdes Sosa Cuevas del Instituto Nacional de Tecnología, Normalización y Metrología (INTN), ente estatal de Paraguay que custodia los patrones nacionales de las unidades de medidas y en el cual Fabio, que es ingeniero mecánico, se desempeñó durante 18 meses.

Más allá de la logística que requiere un concierto, el principal valor es el sonido. La producción del evento puede requerir hasta doce meses de preparación.

El reconocido productor y sonidista paraguayo, Marcelo Arriola, explica que un equipo de producción se encarga de la infraestructura, el escenario, los camarines y la seguridad, entre otros aspectos. Pero la prueba del sonido es el paso esencial previo a un concierto. “El objetivo es dar un buen show y que suene bien”, sentenció. Los instrumentos musicales son los primeros en ser controlados; posteriormente se verifica el sonido de la voz del intérprete.

Micrófonos, consola, amplificadores y parlantes, son fundamentales. “Cuando el concierto es al aire libre el sonido se disipa más, pero eso se compensa con los amplificadores, que son los encargados de dar más potencia a los parlantes para alzar el volumen de la música”, explicó el ingeniero Marcial Berenson.

Un procesador de audio permite regular el sonido que emiten la voz o los sonidos de los instrumentos musicales.

Algunas consolas ya traen integrado el amplificador, por lo que no se requiere un equipo aparte.

Según aclara Berenson, la voz del intérprete se transmite como ondas sonoras que son captadas por el micrófono que actúa como un transductor, convirtiendolas en una señal eléctrica que viaja a través de los cables, ingresa a la consola y finalmente llega a los parlantes.

La onda sonora impacta en la membrana del micrófono y, en el caso de los micrófonos dinámicos, mueve una bobina en su interior; ese movimiento se convierte en energía eléctrica que viaja hasta el parlante. “El transductor, que es el micrófono, cambia las ondas sonoras en impulsos eléctricos. El micrófono tiene una señal eléctrica muy débil por lo que muchas veces requiere un preamplificador, para asegurar que esa señal débil no sea contaminada por interferencias”, señaló Berenson.

“Todo lo que se pasa de un tipo de energía a otro, es un transductor”, aclaró Berenson. La transformación del sonido en un parlante es a la inversa del micrófono: pasa de ser energía eléctrica a una onda sonora análoga. “El parlante recibe energía y mueve una bobina que hace vibrar el aire, que se convierte en onda sonora y es lo que llega hasta los oídos”, explica. El parlante transforma en sonido la señal eléctrica de la consola o del amplificador; actúa como transductor electro-acústico.

Entonces es música para los oídos.

“La potencia de los parlantes a seleccionar para un concierto dependerá de la superficie del área y si el espacio es cerrado o abierto”, señaló Arriola. Por ejemplo, para un concierto que se realiza en un espacio abierto como el del Jockey Club de Asunción (Paraguay) —un local de uso muy frecuente para eventos musicales, con un predio de 45 hectáreas que puede albergar a más de 10 000 espectadores—, se utilizan 48 parlantes; 24 de ellos se ubican en el lado izquierdo y 24 en el derecho. En los conciertos de rock en el Jockey Club la potencia llega a 110 dB1. En cambio, en un estadio al aire libre como el del Club Olimpia, también en Asunción, teniendo en cuenta que la capacidad del lugar es para 20 000 personas, la potencia alcanza 120 dB.

“Pero si el elegido es un espacio cerrado, se calcula la potencia del sonido de acuerdo a la cantidad de gente. Para un público de entre 500 y 3000 personas, hay una cantidad de decibeles permitidos que en general es de
90 dB; se permite aumentar hasta alcanzar 100 dB de acuerdo a la cantidad de público, porque las personas también absorben el sonido”, explicó Arriola.

Al aumentar la intensidad sonora crece también la sensación de molestia. El umbral de molestia varía según cada persona; generalmente cuando se llega a los 140 dB se produce sensación de dolor, pudiendo ocasionar daño permanente en la audición si la exposición es prolongada. Cuando se alcanzan los 160 dB se producen daños inmediatos, irreversibles y permanentes. Al respecto, el doctor Ta Liu, otorrinolaringólogo a quien se entrevistó sobre este tema, advirtió que la exposición a sonidos de alta intensidad produce daños en cualquier persona, ya sean niños, adolescentes o adultos. “La intensidad del sonido y el tiempo de exposición deja secuelas auditivas”, expresó Liu. Una de ellas es un acufeno, un ruido persistente que la persona afectada escucha a pesar de estar en un ambiente silencioso, siendo esto la molestia inicial.

Ensayos para medir el sonido

En el INTN, el Organismo Nacional de Metrología cuenta con el Departamento de Salud y Seguridad que realiza mediciones sonoras en conciertos, discotecas y plantas industriales. “Los niveles máximos a que puede llegar el ruido dependen de la legislación local. En Paraguay, cada municipio establece a través de ordenanzas los valores máximos permitidos según el horario y la zona, que puede ser industrial, residencial o mixta”, señaló Sosa Cuevas.

Para estos ensayos (no los que realizan los grupos musicales antes de salir a escena sino las mediciones que realizan los técnicos del INTN como parte de su trabajo), el equipo que se utiliza para medir la intensidad sonora se denomina sonómetro y representa a un oído electrónico.

La posición donde se va a colocar el sonómetro se define teniendo en cuenta, primeramente, el carácter del ensayo. Para mediciones de índole ambiental, como las que se realizan para evaluar el ruido que genera una discoteca y que será el percibido por los vecinos, los puntos son generalmente perimetrales.

En el caso de las mediciones que se realizan en ámbitos industriales o de trabajo, para contemplar aspectos y normas de seguridad laboral, los puntos de medición se ubican en las áreas de trabajo de manera de evaluar el ruido al que están sometidas las personas durante su jornada laboral. Además, se tienen en cuenta las fuentes de ruido, la ubicación de los empleados respecto a la fuente, la cantidad de personal en cada área de ensayo, tamaño del lugar y obstáculos que pudieran actuar como pantallas reflectantes de las ondas acústicas.

“En el proceso de medición del sonido, según cuál sea el objetivo de la medición, la técnica de medida empleada varía —especificó la ingeniera— pero un paso fundamental es calibrar el sonómetro antes y después de cada serie de mediciones”.

Irma Oviedo (Paraguay)

Más información

Ejemplos de niveles del ruido
130 db Fuegos artificiales, disparos de arma de fuego, despegue de avión.
120 db Concierto de rock en estadio para 20 000 personas, martillo neumático, motor de avión.
110 db Conciertos de rock al aire libre, en área de 45 hás, para 10 000 personas
100 db Música en discoteca cerrada, sirena de ambulancia, motocicleta con escape ruidoso.
90 db Concierto en local cerrado y con público de 500 personas, taller mecánico, imprenta.
80 db Tráfico de una ciudad.

1 La unidad de medida del nivel de potencia del sonido es el decibel

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