4 de noviembre de 2024 (S.D.B) –
Aunque no siempre la vemos, la radiación nos rodea en todo momento. La recibimos y la generamos. La necesitamos y le tememos. La utilizamos y la evitamos.
¿Es dañina o es saludable? Hace años que ese es el centro de controversias y debates, tanto a nivel científico como del público en general. Es un tema polémico, frente al que todos opinamos y tenemos algo que decir.
Pero hablar de radiación así, a secas y en genérico, no conviene. Hay que aclarar a qué tipo de radiación nos referimos. Porque puede ser débil y relativamente inofensiva, o lo suficientemente fuerte como para alterar órganos, tejidos, y hasta modificar el ADN.
¿De cuál hablamos? ¿De la que usamos al hablar por celular y escuchar radio, o de la que nos sirve para calentar la comida? ¿De la que fortalece los huesos, o de la que permite ver si están fracturados? ¿De la asociada con qué color? Para enfrascarse en debates, lo mejor es llamar a cada una por su nombre, porque son bien distintas sus características y los potenciales riesgos.
En qué medida y cuándo cada tipo de radiación es beneficiosa o puede dañar nuestra salud es el nudo que tratan de desatar los investigadores y científicos. Hasta ahora no hay acuerdo. Por eso, mientras no haya certezas y podamos estar bien seguros, la recomendación es medirla, controlarla, y exponerse lo mínimo necesario.
Lo que las diferencia, es la frecuencia. Y ante la duda, prudencia.
Más detalles sobre radiación, tipos, usos y precauciones en este infográfico de nuestra revista ¡De acuerdo!