El agua nuestra de cada día

Romina Napoli, Ramiro Pérez (Uruguay) y Claudia Mazzeo (Argentina)

“El agua es la fuerza motriz de toda la naturaleza“. Leonardo Da Vinci

A la hora de beber agua, ¿qué tipo de agua preferís?

Aún en aquellos países donde es posible beber agua de grifo, el consumo de agua envasada va en aumento. A pesar de las críticas ambientales que suele recibir la proliferación de envases, hoy millones de personas eligen esa opción, que se presenta en el mercado bajo tantas alternativas que aún el más decidido se ve en aprietos a la hora de elegir. ¿Agua mineral natural o artificialmente mineralizada?, ¿con gas, sin gas, o finamente gasificada?, ¿baja en sodio?, ¿saborizada?

La elección del envase es otro capítulo: se puede elegir entre presentaciones de distinto tamaño; envasada en botella de vidrio o en envase de plástico; con tapa de rosca o con sifón. Y a no olvidar el agua de dispensador, que puede ser de bidón o directamente conectado a la cañería.

Las modas y el consumo transforman en celebrities algunas aguas embotelladas. Ahora hay restaurantes que presentan las diferentes opciones en “cartas de agua” y hasta existen sommeliers de agua, que catan distintas marcas y les otorgan puntajes. En Uruguay, por ejemplo, un agua natural embotellada logró posicionarse en el ranking de las cien mejores aguas del mundo y se exporta a una veintena de países. Se hizo tan famosa que se la conoce como un agua “Premium” y como tal, se la encuentra en hoteles y restaurantes de lujo, en tiendas de vinos y productos gourmet.

Lo cierto es que el agua es indispensable en nuestras dietas por ser esencial para la mayoría de los procesos que ocurren en nuestro organismo. Se la considera un alimento y muestra de ello es que en muchos países los instrumentos normativos que suelen incluir las especificaciones que hacen a la calidad del agua suelen ser los códigos alimentarios.

El agua contiene varios elementos que son nutrientes, como sodio, potasio, calcio y magnesio. Pero también puede contener elementos tóxicos.

Los fertilizantes que se utilizan para el cultivo intensivo de alimentos proporcionan al suelo nutrientes adicionales (por ejemplo, nitrógeno, potasio y fósforo); sin embargo, muchas veces también aportan contaminantes. Y debido a los procesos de erosión y lixiviación, estos son arrastrados hacia ríos y lagunas, muchos de los cuales son potenciales fuentes de agua para consumo.

Algunos elementos tóxicos no afectan ni el sabor ni el color del agua, por lo cual los podemos estar consumiendo sin percatarnos de ello. Por esta razón, es de vital importancia realizar controles, tanto en las fuentes de agua como en las que se presentan para consumo, envasadas o de red.

Gota a gota

La normativa sobre calidad y controles al agua de red y envasada suele diferir de país en país. Pero, es común que requiera mediciones de la concentración de elementos tóxicos en agua (por ejemplo: de arsénico, cadmio, cromo y plomo) ya que son algunos de los parámetros fundamentales para determinar la potabilidad del agua, y suelen ser análisis de rutina en los laboratorios de ensayo. Los elementos tóxicos son nocivos a concentraciones muy bajas. Se buscan cantidades muy pequeñas, del orden de una parte en mil millones en volumen. Es algo así como buscar una gota en el volumen ocupado por dos piscinas olímpicas.

Los resultados de estos análisis ayudan a tomar decisiones respecto a si el proceso de potabilización fue adecuado y el agua es apta para el consumo. Por lo tanto, si las medidas no son confiables, la decisión que se tome puede no ser correcta y tener importantes consecuencias.

Supongamos que el agua analizada contiene una concentración de un elemento tóxico superior a la permitida en la normativa. Si el laboratorio realiza una medición incorrecta e informa un valor menor, en base a ese resultado se permitirá el consumo de un agua que no es apta y consecuentemente se expondrá a los usuarios a un riesgo para su salud. Por el contrario, si el producto analizado tiene una concentración de un elemento inferior a la permitida pero el laboratorio informa un valor mayor, esto podrá derivar en inhabilitar el consumo de un agua que en realidad es apta, generando consecuencias económicas para quien la envasa. O problemas para la población, si se trata de agua que se distribuye por red para consumo desde grifo.

Para asegurar que los análisis químicos de agua se realicen en forma correcta y que los resultados que se entreguen sean confiables, los Institutos Nacionales de Metrología contribuyen con diferentes servicios y herramientas. Por ejemplo, desarrollan Materiales de Referencia Certificados (MRC).

Foto cedida por el LATU.

El Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU), con el apoyo de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, desarrolló un Material de Referencia de elementos en agua que los laboratorios del país y de la región utilizan para asegurar la confiabilidad de sus resultados. Dicho material contiene una composición conocida de elementos tóxicos y los valores se indican en un certificado que lo acompaña. El técnico que utiliza ese MRC como referencia, lo mide aplicando el método de análisis de su laboratorio y compara los resultados. Si son equivalentes, sabe que su sistema de medición funciona correctamente; de lo contrario, realiza las correcciones necesarias hasta obtener el mismo resultado. Utilizando Materiales de Referencia Certificados, los laboratorios de ensayos pueden asegurar que su técnica y los resultados que informa son correctos.

Por eso, más allá de envases, sabores y presentaciones, lo importante a la hora de elegir es que te inclines por agua cuya calidad haya sido controlada.