Control de la presión arterial para salvar vidas

Ilustración: Alberto Parra del Riego

Existen muchas enfermedades que son asesinas silenciosas y si no se detectan a tiempo pueden deteriorar la salud y hasta producir la muerte. Es el caso de la hipertensión arterial (HTA), que en un 95 % de los casos se desconocen las causas que la originan y es asintomática. Afecta a 1 de cada 7 personas en el mundo.

Ser mayor de 50 años o ser mujer (en la post menopausia aumenta el riesgo de padecerla), llevar un estilo de vida sedentario, fumar o consumir mucha sal, tener obesidad, entre otros, son factores de riesgo que podrían predisponer a una persona a sufrir de esta enfermedad. 

¿Qué es la presión arterial? 

La presión sanguínea o presión arterial es la presión que ejerce la sangre contra la pared de las arterias, esencial para que circule por los vasos sanguíneos y aporte oxígeno y nutrientes a todos los órganos del cuerpo. 

Hay dos tipos de presión arterial: la sistólica, que es la presión máxima que ejerce el corazón mientras late y los ventrículos se contraen; y la diastólica, el valor mínimo de presión en las arterias entre latidos, cuando los ventrículos del corazón se relajan. 

Se mide cada vez que el corazón se contrae y se relaja. Para medirla se utiliza el esfigmomanómetro, más conocido como tensiómetro, un instrumento que permite obtener los dos valores, correspondientes a cada una de ellas y se expresa en milímetros de mercurio (mmHg).

De acuerdo con la American Heart Association la presión arterial es normal si la sistólica está en el rango entre los 80 y 120 mmHg y la diastólica entre los 60 y 80 mmHg. Es importante señalar que si una persona presenta presión arterial elevada (ver tabla) debe acudir al médico e iniciar los cambios en su estilo de vida pues si no se controla tiende a empeorar con el tiempo. 

Hipertensión arterial: enfermedad silenciosa

Cuando tras una serie de controles y algunas pruebas adicionales la presión sistólica de una persona oscila entre 130 mmHg y 139 mmHg o la presión diastólica entre
80 mmHg y 89 mmHg, el médico diagnostica hipertensión de nivel 1. Si los valores son mayores a 140 mmHg y 90 mmgH, el diagnóstico es hipertensión de nivel 2. En esos casos, además de mantener un ritmo de vida saludable le indicará un tratamiento farmacológico. 

Si bien la mayoría de las personas con hipertensión arterial no tiene síntomas, algunas presentan zumbidos en el oído y dolores de cabeza (cefalea). Lo grave de este trastorno es que si no se controla ni trata, puede dañar órganos como el cerebro y los riñones, y los vasos sanguíneos pueden desarrollar aneurismas y zonas débiles susceptibles a obstruirse y romperse. Incluso puede provocar que la sangre se filtre en el cerebro y ocasionar un derrame cerebral. 

En el 95 % de los pacientes con hipertensión no se puede identificar la causa de la enfermedad, por lo que se denomina hipertensión esencial o primaria; mientras que cuando ésta es producida por alguna enfermedad puntual como, por ejemplo, la artresia (o estrechamiento) de arterias renales, se llama hipertensión secundaria. 

Categorías y rangos de presión arterial

El caso de Luz Marina

Luz Marina (71 años) siempre llevó un estilo de vida saludable, sobre todo porque fue diagnosticada con hipotiroidismo1 cuando era joven. No había prestado atención a algunos síntomas de hipertensión arterial hasta hace cuatro años, cuando sufrió un accidente: al intentar bajar del taxi el coche inició la marcha y la arrastró unos metros. 

Fue llevada de emergencia al hospital donde, entre otros exámenes, le controlaron los signos vitales: temperatura, presión arterial, oxigenación. Todos se mantenían en niveles normales. También se descartó cualquier fractura o daño en la cabeza a través de una tomografía.  

Pero una semana después empezó a tener fuertes dolores en la cabeza, además de vértigo y náuseas, que la descompensaron. Su hija la llevó nuevamente al hospital y lo primero que le midieron fue la presión arterial, utilizando un esfigmomanómetro. Tenía una presión sistólica altísima, de 180 mmHg,  valor que corresponde a una “crisis de hipertensión”, por lo que inmediatamente le aplicaron medicinas para controlarla. Tras atender la emergencia, el médico que la atendió le explicó que una presión arterial tan elevada no era normal y le recomendó consultar a un cardiólogo, que son quienes se especializan en dolencias cardiovasculares y en tratar este tipo de desórdenes. 

Así lo hizo, y tras el control de la presión arterial durante un período de tiempo y algunos exámenes adicionales posteriores (electrocardiograma y ecocardiograma) el cardiólogo la diagnosticó como hipertensa; detectó que sufría de hipertensión arterial de grado 1 y su corazón se había engrosado ligeramente debido a ello. 

Posibles causas y tratamiento

Según el cardiólogo Milner Granados, no existe una causa definida que genere la hipertensión arterial, pero el hipotiroidismo pudo haberla condicionado para dicha enfermedad. El estrés pasado por el susto del accidente pudo haberse sumado para provocarle la crisis hipertensiva2. 

Desde ese diagnóstico, Luz Marina toma antihipertensivos (fármacos que reducen la presión arterial) y se realiza controles médicos cada tres meses; su doctor le mide la presión y le realiza un eletrocardiograma y ecocardiograma para conocer cómo va su corazón. Dependiendo de ello, evalúa si hay que aumentar o reducir la medicación.

También ha cambiado su dieta y los hábitos desde entonces, pues debido a su enfermedad, tiene que disminuir el consumo de sal, cafeína, grasas y colesterol, aumentar el consumo de frutas y verduras, y realizar actividad física diaria. Todos los días sale a caminar durante 20 minutos y se mide la presión una vez por semana, utilizando un esfigmomanómetro aneroide con manómetro que tiene en su casa.  La recomendación médica incluye evitar el estrés ya que, en muchos casos, como el de Luz Marina, produce sus crisis hipertensivas.

Los últimos análisis que le realizaron revelaron que ya no presentaba el estrechamiento del corazón y estaba saludable. El monitoreo constante de la presión arterial han sido claves para ayudar a mejorar la calidad de vida de Luz Marina. Sigue las indicaciones al pie de la letra y toma las medicinas diariamente y a la hora exacta, porque un cambio en sus hábitos puede provocarle una crisis hipertensiva. 

Es sumamente importante controlar la hipertensión con estas actividades, pues así se previenen infartos, accidentes cerebrovasculares y daños renales, entre otros problemas de salud. Con esta enfermedad no se puede bajar la guardia. 

Raquel Tineo (Perú)

Según la Sociedad Española de Medicina Interna, nueve de cada diez personas que padecen hipertensión no pueden curarla, pero sí controlarla. Por ello, el uso del esfigmomanómetro juega un papel importante. 

Existen dos tipos de esfigmomanómetros. Los automáticos o digitales, con los que la presión puede medirse en la muñeca y el brazo, y los mecánicos, conocidos también como analógicos que pueden ser el aneroide con manómetro o el de columna de mercurio.  

El Dr. Granados recalca que, por su experiencia, ha descartado el uso del esfigmomanómetro digital de muñequera, porque ha visto que da mediciones incorrectas. 

Los mecánicos utilizan el método auscultatorio (sonidos de Korotcoff) para determinar la presión arterial sistólica y diastólica. Una vez colocado sobre el brazo (y la persona en reposo), se insufla aire para cortar el flujo de sangre de la arteria radial. Cuando se corta ese flujo, se empieza a desinflar el aire del mango que hace la presión y comienzan a aparecer unos ruidos: el primero marca la presión alta y a medida que se va desinflando, el ruido desaparece, y eso marca la presión baja.

 “Es importante verificar y/o calibrar el esfigmomanómetro para confiar en los datos obtenidos durante la medición efectuada y realizar un buen diagnóstico y control de la salud de los pacientes”, afirma Leonardo de la Cruz, coordinador del Área Mecánica del Instituto Nacional de Calidad (INACAL). Añade también que existen errores de técnica (al momento de medir) y los errores propios del equipo, los cuales pueden generar una medición incorrecta. En este último caso, el uso de un esfigmomanómetro previamente verificado garantiza resultados confiables.

Con los esfigmomanómetros se miden la presión sistólica y la diastólica. Los mecánicos, como es el caso de los aneroides con manómetro, utilizan el método auscultatorio, basado en los sonidos de Korotcoff para determinarlas. Fotos: Raquel Tineo.

Por su parte, Ricardo Sánchez, especialista del Laboratorio de Fuerza, Torque y Presión de dicho instituto, sostiene que la verificación de este instrumento consta de tres ensayos para determinar el error de indicación. En la verificación inicial se determina (1) el error de medición de presión, (2) el error de histéresis (solo para esfigmomanómetros aneroides) y (3) la fuga de aire en el sistema neumático para aneroides y de columna de mercurio.  

En cuanto al manómetro, bajo ciertos cuidados y un mantenimiento adecuado mantiene sus características metrológicas con el paso del tiempo, pero podría dañarse el sistema neumático. Para garantizar un funcionamiento adecuado, el INACAL recomienda realizar verificaciones periódicas.

1 La glándula tiroides no produce suficiente hormona tiroidea y se ralentizan las funciones vitales del cuerpo produciendo, por ejemplo, aumento de peso inexplicable.

2 Si bien no existen investigaciones que demuestren que el estrés cause hipertensión, en este tipo de episodios aumenta el nivel de hormonas y, por consiguiente, la presión arterial, haciendo que el corazón lata más rápido y que los vasos sanguíneos se estrechen.