Raquel Tineo (Perú)
A principios de marzo de este año, Alfredo (67 años) amaneció súper cansado y sudaba mucho, su temperatura empezó a subir y el intenso dolor de cabeza no lo dejaba hacer sus actividades. Sus hijos se asustaron y lo primero que hicieron fue tomarle la temperatura y colocarle el pulsioxímetro en el dedo.
Foto: Raquel Tineo.
Este pequeño aparato se convirtió en parte de la vida de los peruanos desde que inició la pandemia, debido a que la capacidad de muchos hospitales del país fue rebasada y las personas prefirieron atenderse desde casa. Incluso, la recomendación del propio Ministerio de Salud de Perú fue tener este instrumento si se tiene a pacientes con COVID-19. El pulsioxímetro se utiliza para medir el nivel de saturación de oxígeno en la sangre (SpO2), que en muchos pacientes disminuye por esta enfermedad, así como la frecuencia cardíaca o pulso.
Los niveles mínimos de saturación de oxígeno varían de acuerdo a la altura sobre el nivel del mar. En Perú, en la costa (donde vive Alfredo) y en la selva es de 95 % y en la sierra 90 %. Por debajo del nivel mínimo se produce hipoxemia y se debe suministrar oxígeno medicinal. Alfredo tenía un SpO2 de 96 % de saturación, pero tenía fiebre (38 °C).
Para descartar que estuviera enfermo de COVID-19 la familia decidió solicitar una prueba de antígenos a domicilio, la cual arrojó un resultado positivo. Si bien la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que no hay cura para esta enfermedad, los médicos recomiendan algunos fármacos de venta libre (paracetamol y loratadina) para controlar síntomas como la fiebre, dolor de garganta y congestión. En los primeros días siguieron esas recomendaciones y los valores de temperatura y saturación indicaban que todo estaba controlado para Alfredo.
Hasta que al cuarto día su saturación descendió a 89 %. La midieron con otro pulsioxímetro y éste indicó 91 %.
La familia estaba desconcertada: Alfredo no sentía falta de aire, pero los valores que entregaban los dos aparatos, que estaban seguros de haber utilizado de la forma correcta, aun cuando entre sí eran diferentes indicaban una saturación baja. Ante eso prefirieron consultar a un médico a través de una videollamada. Le recetó antibióticos vía intravenosa para atacar lo que según su primer diagnóstico sería una infección respiratoria, una placa del pulmón para ver el avance de la enfermedad y oxígeno medicinal.
Según el médico que trató a Alfredo, y por su experiencia en otros casos de coronavirus, el margen de error de los pulsioxímetros puede ser aproximadamente de +/- 2 puntos porcentuales; por ello la variación en la medición de su saturación de 89 % y 91 %.
Hospitales colapsados ydéficit de oxígeno
Por ser un adulto mayor y tener baja saturación de oxígeno el doctor recomendó hospitalizarlo, pero los hospitales estaban colapsados. Muchas personas morían en urgencias por la falta de oxígeno y camas hospitalarias de alto flujo y cuidados intensivos. La alternativa era conseguir balones de oxígeno o comprar un concentrador de oxígeno que le ayudara mientras seguía el tratamiento en su casa.
En ese momento en el Perú solo había 70 plantas de producción de balones, lo que era insuficiente para la cantidad de enfermos que lo precisaban, y se formaban largas colas afuera de las pocas distribuidoras y pequeñas plantas productoras. Todo ello obligó al Gobierno a importar desde Chile 40 toneladas de oxígeno semanales.
A diferencia de los balones, que requieren reemplazo y recarga, los concentradores de oxígeno funcionan con electricidad. Estos equipos purifican y concentran el oxígeno del aire del ambiente hasta en un 90 %. Gracias a que la familia de Alfredo pudo adquirir uno, pudo continuar con su tratamiento en casa. Las atenciones consistieron en aplicación de antibióticos dos veces al día para controlar su infección respiratoria, medición y monitoreo de su temperatura y saturación, cada dos horas los primeros dos días y luego tres veces al día.
Hipoxemia feliz
El monitoreo constante de la saturación del paciente es clave, sobre todo porque una de las principales causas de muerte por COVID-19 es la “hipoxemia feliz”. Esto fue lo que sufrió Alfredo durante la primera semana de la enfermedad y que, si no se hubiera detectado a tiempo gracias a las mediciones con pulsioxímetro, podía haber tenido un desenlace fatal.
Según el doctor Diego Lizarzaburu, director del sitio médico mecuidoencasa.pe, la COVID-19 es una enfermedad inflamatoria que daña los vasos capilares de los pulmones. Esto dificulta el pase del aire con oxígeno de los alvéolos (de los pulmones) a la sangre a través de la membrana alvéolo capilar. Si ésta se daña (debido al coronavirus) se ocasionan problemas de oxigenación o hipoxemia.
Durante la hipoxemia feliz la persona presenta muy bajas concentraciones de oxígeno en la sangre, pero no sufre de la falta de aire y, por el contrario, se mantiene tranquilo y aparentemente bien. Esto se debe a que la sangre ya no transporta oxígeno suficiente para que los órganos cumplan adecuadamente sus funciones, especialmente el cerebro.
Final feliz
Debido a la evolución de la enfermedad, a partir de la segunda semana sus síntomas fueron más intensos y el concentrador de oxígeno resultó fundamental. Por casi dos días la temperatura se mantuvo en 38 °C y la saturación en 91 %. Un análisis de orina detectó que también tenía infección urinaria y a eso se debía la fiebre, ante lo cual el médico aumentó la dosis de antibióticos.
Finalmente, siguiendo el tratamiento y tras casi cuatro semanas en aislamiento Alfredo pudo vencer a la enfermedad. Una radiografía de tórax posterior a su alta mostró que el virus había afectado el 10 % de sus pulmones. Por algunos meses mantuvo secuelas (tos y limitación para realizar esfuerzos) pero continuó con el monitoreo médico y progresó en su recuperación. Cuando se lo indicaron, también pudo vacunarse.
Sigue cuidándose y cuidando a su familia, pero está más aliviado y feliz porque dice que volvió a vivir. Según él, su aliado de bolsillo le salvó la vida.
Funcionamiento del pulsioxímetro
El oxígeno que respiramos es llevado desde los alvéolos pulmonares a los demás órganos del cuerpo mediante la hemoglobina, una proteína presente en los glóbulos rojos de la sangre. Cuando lleva oxígeno se llama oxihemoglobina y pasa por las arterias, mientras que cuando ha perdido oxígeno se denomina desoxihemoglobina y circula por las venas.
Un pulsioxímetro es un tipo de fotómetro que mide la absorbancia producida por el oxígeno en la sangre, la cual se relaciona con el valor de saturación de oxígeno mediante una curva de calibración previamente determinada por el fabricante.
Ilustración: Alberto Parra del Riego
¿Cómo utilizar correctamente el pulsioxímetro?*
- Mantenerse en reposo por cinco minutos antes de medir la saturación de oxígeno.
- Frotar el dedo índice antes de colocarlo para que se mantenga tibio. (Evitar que las uñas estén pintadas con esmalte).
- Introducir el dedo en el pulsioxímetro y mantenerlo quieto para realizar la medición.
- Anotar el resultado después de cada medición de saturación.
*Existen varios tipos de pulsioxímetros: de muñeca, de dedo (el más común), de sobremesa (que se usan en hospitales y miden otros indicadores, como presión arterial), portátiles (que se pueden colocar en el dedo o el lóbulo de la oreja) o pediátricos (para pacientes recién nacidos).
La exactitud del pulsioxímetro
Dado que el pulsioxímetro mide a través de partes del cuerpo y esto implica diversos factores que son difíciles de replicar (el tejido de la piel, pigmentación, la uña del dedo, huesos, entre otros), la exactitud de un pulsioxímetro se evalúa realizando ensayos clínicos con seres humanos a los cuales se les induce a la hipoxia de forma controlada .
A diferencia de otros equipos electro-médicos, los pulsioxímetros no están diseñados para calibrarse una vez que salen de fábrica y hasta el momento no hay un método aceptado de calibración que no sea a través de ensayos con seres humanos. Para garantizar que los usados por el público tengan mediciones confiables, es necesario que los fabricantes realicen ellos mismos los ensayos clínicos a los prototipos y controles en la producción que aseguren su confiabilidad.
Según explica José Ramírez, metrólogo que trabaja en los laboratorios del INACAL, hay dos formas de evaluar la exactitud de un pulsioxímetro. En una de ellas se compara la lectura del pulsioxímetro con la que entrega un cooxímetro cuya exactitud es igual o mejor que 1 %. (Un cooxímetro es un analizador óptico de sangre arterial que mide la concentración total de hemoglobina, la de varios de sus derivados y de manera relevante el valor de saturación de oxígeno arterial). En la otra se utiliza como patrón secundario un pulsioxímetro que ha sido previamente calibrado con otros cooxímetros.
Existen en el mercado equipos conocidos como «calibradores de pulsioxímetros», o «simuladores de pulsioxímetros», los cuales se ofertan como patrones para calibración de pulsioxímetros. Estos equipos funcionan simulando las señales de los LED a través de un «dedo artificial» de plástico y adicionalmente pueden realizar otros ensayos, como determinar la distribución espectral de los LED empleados en el pulsioxímetro. Sin embargo, es importante considerar que no se pueden emplear como garantía de la exactitud establecida por el fabricante, solo pueden realizar ensayos funcionales. La curva de calibración determinada por el fabricante está regida por diversos factores (tales como el tipo de detector, la fuente de luz, el diseño óptico, etc.) y es única para cada diseño. Es por ello que estos simuladores se limitan a ciertos modelos, aquellos para los cuales tienen en su software la curva de calibración correspondiente, y no pueden ser empleados en cualquier otro.