Marcela Prendas y Grettel Rivera Alvarado (Costa Rica)
Para la alimentación de los bebés, ningún alimento es mejor que la leche materna. Para casos excepcionales, la industria ha desarrollado productos sustitutos. Son parecidos, pero nunca igual.
Es común que veamos a madres amamantando a sus bebés. Pueden estar en el autobús, en el parque, en un restaurante … La lactancia materna es un proceso natural y es esencial para crear y fomentar la unión entre la madre y su hijo. Pero es principalmente importante porque la leche materna aporta al recién nacido la energía y los nutrientes necesarios para enfrentar los desafíos de su crecimiento fuera del cuerpo de la madre.
Ningún alimento es mejor para la alimentación de los bebés en cuanto a calidad, consistencia, temperatura, composición y nutrientes. Por eso la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que durante los primeros seis meses de vida los bebés se alimenten únicamente con leche materna. Ni siquiera se les debe dar agua. A partir de entonces se deben incorporar gradualmente otros alimentos a su dieta, pero manteniendo la leche materna idealmente hasta los dos años.
¿Qué es exactamente la leche materna y por qué es tan importante? Es un fluido biológico que contiene macro y micronutrientes que son fácilmente absorbidos y digeridos por el bebé.
Los macronutrientes ayudan al crecimiento, reparación y desarrollo de nuevos tejidos, a la regulación de procesos corporales y a la conducción de impulsos nerviosos. Entre ellos se pueden mencionar los carbohidratos, principal fuente de energía para el bebé; las grasas, esenciales para catabolizar esteroides y hormonas; y las proteínas, que aportan aminoácidos. Los micronutrientes son las vitaminas y minerales que necesita el bebé. Todos ellos fortalecen el sistema inmunológico e intestinal.
Cuando a una madre no le es posible amamantar al bebé, por ejemplo, porque debe asistir a su trabajo, la recomendación es que se extraiga su leche y prepare biberones para que otra persona los ofrezca al lactante durante su ausencia.
A veces la lactancia materna se debe interrumpir temporal o permanentemente por enfermedades de la madre o por alergias o enfermedades del bebé. En muchos casos se puede recurrir a otra madre que esté amantando, o a bancos de leche, donde se almacena y distribuye leche materna donada por madres que tienen abundante producción.
Para casos excepcionales, cuando la leche materna no es una opción posible, como última medida se puede recurrir a productos artificiales industriales que tratan de imitar lo mejor posible a la leche materna.
Parecidos, pero nunca igual
Después de décadas de investigacion la industria logró crear productos con características nutricionales similares a la leche materna. Se les conoce como “fórmula infantil” o “complemento”.
Usualmente se producen con proteína modificada de leche de vaca y para imitar los componentes de la leche materna se les agrega lactosa, grasas, carbohidratos, vitaminas, minerales y hierro. Algunos también contienen oligosacáridos, un componente que sólo se encontraba de forma natural en la leche materna.
Existen fórmulas preparadas a base de leche de soya para alimentar bebés alérgicos a la lactosa, y otras con componentes especiales para lactantes que padecen otros trastornos o enfermedades específicas.
Sin embargo, la leche materna es siempre la prioridad. Por eso, a mediados de los años 80, varios países adoptaron el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Lactancia Materna, que promueve la educación de jóvenes y madres primerizas sobre las ventajas del amamantamiento y la leche materna en comparación con productos sustitutos (sucedáneos). También enlista una serie de recomendaciones sobre la presentación y distribución de las fórmulas infantiles.
Por ejemplo, recomienda que los centros de salud no entreguen fórmulas infantiles a las madres y que no se permita la distribución a escolares y jóvenes de productos de marketing que las promocionen (portalápices, lapiceras, etc.). Las recomendaciones son estrictas en cuanto a los envases y formas de presentación: no deben dar a entender que la fórmula es mejor alimento para el bebé, ni incluir imágenes con connotaciones afectivas o “tiernas” que se asocian con bebés o el acto de alimentarlos (por ejemplo, pichones en su nido, ositos “cariñosos”, etc).
En general, existen grandes esfuerzos dedicados a campañas públicas, a nivel nacional e internacional, para fomentar el uso de la leche materna como alimento ideal para prevenir enfermedades y reducir la mortalidad infantil. Y en varios países, las empresas que no cumplen con las normas establecidas reciben multas o se les obliga a retirar sus productos del mercado hasta modificar la presentación.
Mediciones y control de calidad
Para garantizar la calidad e higiene de las fórmulas infantiles y que efectivamente tengan la composición nutricional adecuada, se siguen rigurosos procesos de control. Según explica el químico industrial Jimmy Venegas, del Laboratorio Costarricense de Metrología (LACOMET), las empresas que fabrican fórmulas infantiles envían muestras de sus productos a laboratorios de ensayo especializados donde, entre otras cosas, se controlan el tipo y cantidad de los componentes que contienen.
Para realizar los controles los laboratorios de ensayo aplican una serie de técnicas y métodos sobre las muestras enviadas por las empresas.
Una de ellas es la cromatografía de gases, en la cual un equipo de medición llamado cromatógrafo almacena un gas que se mueve constantemente y en la corriente de este gas se introduce la muestra, en forma de vapor. Con esta técnica se miden los tipos de componentes de las fórmulas infantiles y sus cantidades (ácidos grasos, metales, vitaminas, colesterol y otros).
También aplican la cromatografía líquida, en la cual la muestra se introduce en un cromatógrafo y al entrar en contacto con disolventes, los componentes se separan, para su posterior medición. Para medir la masa de los componentes sólidos que fueron previamente separados, se aplica la gravimetría: una técnica en la que con balanzas analíticas se determina, por ejemplo, el nivel de grasa y proteínas de un alimento.
La cantidad de sustancia de los distintos elementos se mide con la ayuda de la espectroscopía de emisión atómica de plasma, en la cual el plasma excita los átomos de la muestra y como cada elemento emite una determinada radiación electromagnética, al medir la intensidad de esas emisiones es posible obtener el valor de la cantidad de sustancia de cada uno.
Para expresar valores de cantidad de sustancia de una entidad elemental específica (que puede ser un átomo, molécula, ión, electrón o cualquier otra partícula o grupo de partículas), la unidad establecida por el Sistema Internacional de Unidades (SI) es el mol (su símbolo es mol). Desde mayo de 2019 el mol se define con base en la constante de Avogadro.
Para finalizar el proceso, controlan si el producto es homogéneo y estable. En el primer caso, verifican que las muestras enviadas no tengan diferencias estadísticas significativas entre sí; y para evaluar si el producto es estable, se someten las muestras a distintas condiciones ambientales; por ejemplo, a cambios de temperatura. Una vez cumplidos los análisis, los laboratorios de ensayo preparan un informe en el cual reportan sus resultados.
El control de calidad bajo control
¿Cómo se aseguran los laboratorios de ensayo que están midiendo de manera correcta?
Para ello, utilizan Materiales de Referencia Certificados (MRC), con los cuales evalúan si su sistema de medición es confiable. Son materiales preparados, medidos y certificados por laboratorios con mayor capacidad para realizar mediciones, como son los Institutos Nacionales de Metrología. Se entregan acompañados de un certificado que declara (informa) los componentes que contiene y los valores de cada uno.
Una vez que instalan un sistema de medición, los laboratorios de ensayo lo ponen a prueba, lo evalúan, determinando el tipo de componentes y la cantidad que hay en una muestra del MRC. Luego comparan los resultados que obtienen, contrastándolos con los valores declarados del MRC. Si la diferencia entre los valores obtenidos y los declarados es significativa, esto le indica al laboratorio una deficiencia en sus mediciones; tendrá que corregir su sistema de medición y volver a medir, repitiendo el proceso hasta que los valores se aproximen al rango acordado en la comparación o en el MRC.
Utilizando MRC los laboratorios de ensayo pueden controlar y corregir sus sistemas de medición, y de este modo pueden asegurar que realizan mediciones confiables al controlar la calidad de las fórmulas infantiles.
Lo inigualable
Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos tecnológicos y científicos, la leche materna será siempre irremplazable.
Y también será difícil, si no imposible, medir el lazo afectivo que se crea entre el bebé y su madre, o quien lo alimente durante sus primeros meses de vida, que le ayuda a constituirse como persona y a tener un desarrollo saludable.