La constante más iluminada en la liturgia del rock

Marcos Bierzychudek y Claudia Mazzeo (ARGENTINA)

En los recitales, cuando los artistas interpretan una canción lenta, el público suele acompañar el espectáculo levantando en sus manos una luz que reproduce un firmamento que emociona. Y en ese rito hay una constante.

Cuenta la leyenda que en una lluviosa noche de 1969 la artista Melanie Anne Safka-Schekeryk estaba tocando durante el famoso festival de rock Woodstock cuando, al levantar la mirada, se encontró con la imagen de miles de velas encendidas por los espectadores que iluminaban el campo y que esto la inspiró para componer la canción Candles in the Rain (Velas en la lluvia1).

Si bien no se conoce con certeza el origen de la costumbre de los fans de acompañar ciertas canciones de sus ídolos encendiendo una luz, es un rito que ha perdurado en el tiempo, aunque variando la fuente de luz que utilizan. Durante algunos años las velas fueron sustituidas por encendedores y actualmente el rito se mantiene utilizando los teléfonos celulares. Mientras unos prefieren la luz de la pantalla, otros encienden el flash e incluso algunos emplean una app que puede recrear el titilar de una vela.

La tecnología ha ido variando, pero la emoción que provoca el rito no. Música, emoción y luz es una mezcla mágica que deja su huella.

En Argentina, la historia de encendedores que brillaron junto al rock nos lleva al estadio de River Plate, en Buenos Aires, la noche en que la banda Soda Stereo realizó su concierto de despedida en 1997, ante 60 000 fans. Al iniciarse el espectáculo las luces del estadio se apagaron por completo y se proyectó un videoclip de una canción antológica: Ecos. La emoción invadió el estadio casi con la misma velocidad que se encendieron los encendedores, y la imagen que se produjo permanece imborrable para muchos. Al punto que hoy, a 21 años de aquel instante, sus seguidores lo atesoran como uno de los hitos que los mantendrá unidos a Soda Stereo para siempre.

¿Qué es, en realidad, la luz?

La luz, al igual que las ondas de radio, los rayos X y los rayos gamma, es una forma de energía electromagnética que se propaga a través del aire u otros medios. Se percibe, por ejemplo, en términos de radiación solar, cuando el Sol calienta una superficie o el agua, o nuestro propio cuerpo.

Pero atención: no toda la radiación emitida por una fuente y que llega al ojo produce sensación luminosa, ni toda la energía eléctrica que consume una bombilla se convierte en luz.

El ojo humano se estimula únicamente con un pequeño rango de radiaciones que se corresponden con los colores que van desde el rojo hasta el violeta, como en un arcoíris. La mayor sensibilidad se obtiene con los colores amarillo y verde, por eso son los elegidos en los carteles viales. Otros rangos de radiaciones, como la luz infrarroja o la ultravioleta, no son percibidos por el ojo humano.

Por lo tanto, la luz es la radiación electromagnética capaz de estimular al ojo humano, y se estudia en dos áreas de la ciencia: la Radiometría y la Fotometría. La primera estudia a la luz como una radiación, mientras que la segunda considera al ojo humano como el receptor.

Supongamos que tenemos una lámpara incandescente de 60 W y otra de 100 W. Por experiencia, sabemos que la de 100 W dará una luz más intensa que la otra. No obstante, cuando hablamos de 60 W o 100 W nos referimos sólo a la potencia consumida por la bombilla, y de la cual solo una parte se convierte en luz visible. Esta radiación visible se conoce como flujo luminoso y la unidad que se utiliza para referirse a ella es el lumen. La medición de flujo luminoso nos da una idea de la cantidad de luz que emite una fuente de luz, por ejemplo una bombilla, en todas las direcciones del espacio.

Ahora bien, mientras muchas fuentes de luz iluminan en todas direcciones otras lo hacen sólo en una dirección puntual (pensá, por ejemplo, en una linterna o en un proyector). Si se quiere saber cómo se distribuye el flujo en cada dirección del espacio se calcula otra magnitud, llamada intensidad luminosa. El nombre de la unidad de la intensidad luminosa es candela (porque en sus inicios se definió en función de la intensidad luminosa generada por una vela fabricada con sebo de ballena) y su símbolo es cd.

Pero la ciencia ha avanzado mucho y hoy la unidad candela se define en otros términos: la candela es la intensidad luminosa en una dirección dada tal que el valor del flujo luminoso de una fuente de radiación monocromática de una determinada frecuencia (un único y dado color que corresponde a la frecuencia 540 × 1012 hertz) sea exactamente 683 lm/W. Esto significa que 1 W de potencia de esa radiación corresponde a 683 lm. (No confundir esta potencia con la potencia eléctrica consumida).

“Ese valor es una constante que se fijó por convención para mantener la consistencia con definiciones previas de la candela”, explicó el jefe del Laboratorio de Radiometría y Fotometría del INTI, ingeniero Alberto Zinzallari. En esa constante se basan todas las mediciones de fotometría, se denomina eficacia luminosa y se simboliza como Kcd.

Volviendo al recital de despedida de Soda Stereo, es imposible estimar cuántas lágrimas corrieron por las mejillas de aquellos fans que despedían a sus ídolos. Pero sí es posible estimar la cantidad de luz que generó aquella multitud. ¿Te animás?

Asumiendo que cada participante prendió un encendedor con una llama similar a la de una vela, podemos suponer que cada uno generó 1 cd, y como sabemos que asistieron 60 000 espectadores, entonces podemos estimar que la multitud generó 60 000 cd.

Además, se puede considerar que las personas estaban muy cerca unas de las otras y suponer que entonces la luz se dispersó en media esfera, por lo cual la cantidad de luz generada es 60 000 cd multiplicado por el ángulo sólido de la media esfera (2·π) dando como resultado 377 000 lúmenes. Es decir, ese gesto de despedida a sus ídolos produjo una cantidad de luz equivalente a casi 500 lámparas incandescentes de 60 W, asumiendo que cada lámpara produce 800 lm.

De los encendedores al celular

La mitología del rock se escribe continuamente y la historia nos traslada a una noche cubana de 2016. En esa ocasión, los Rolling Stones se presentaron ante más de 1 millón de espectadores, pero los encendedores ya no estaban; habían sido reemplazados por celulares, que generan mayor intensidad luminosa.

Para este caso, si queremos continuar con nuestros cálculos, podemos suponer que cada persona encendió un celular cuya intensidad luminosa era 20 cd, por lo que durante el rito, generaron 126 millones de lúmenes; el equivalente a 157 000 lámparas de 60 W. Como ves, la cantidad equivalente de lámparas incandescentes de 60 W se incrementó de manera notoria, no solo por el aumento de la cantidad de espectadores sino también porque un celular produce una intensidad luminosa 20 veces mayor a la de un encendedor.

En la actualidad existe una gran variedad de fuentes de luz y su tecnología avanza continuamente, lo que es posible a raíz de las mejoras en las ciencias de Radiometría y Fotometría. En el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) de Argentina se logra determinar la potencia transmitida por una fuente de luz con gran exactitud utilizando un sistema conocido como radiómetro criogénico. Con este sistema se inicia la cadena de trazabilidad para equipos fotométricos que miden la luz que emiten distintas fuentes, como los carteles luminosos que se encuentran en pleno centro de Buenos Aires, en la avenida 9 de Julio, una de las avenidas más anchas del mundo.

“Un radiómetro compara la energía irradiada que incide en un material con la energía eléctrica requerida para calentar ese material a la misma temperatura”, explica Zinzallari.

Las tecnologías y las técnicas para lograr la trazabilidad de las mediciones fotométricas han evolucionado, desde una vela hasta un radiómetro criogénico (en el cual las mediciones son hechas a temperaturas muy bajas), buscando siempre la mejor exactitud, la que hoy podemos alcanzar gracias a la constante de eficacia luminosa, Kcd.

1 Traducción de los autores

 

Más información
Compra complicada

Hoy en día comprar una lámpara es cosa seria.

Primero se debe decidir el tipo: halógenas, LED, fluorescentes o incandescentes.

Luego, debemos elegir su forma: compacta, bulbo, bipin.

Frente al mostrador, encontramos que están separadas en frías o calientes. En las frías la luz es azulada; en las calientes la luz es amarillenta.

El bolsillo hace lo suyo y pensamos en el consumo eléctrico.

Elegimos una y nos preguntamos ¿cuánto ilumina?

Cada fabricante debe informar la cantidad de luz que genera la lámpara y en muchos países ya lo hacen utilizando la unidad lumen. En otros, para que los usuarios reciban la información en una magnitud que les resulte más familiar, también especifican la potencia de una lámpara incandescente que genera una cantidad de luz similar.

Foto cedida por INTI.

 

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