José debía preparar un reportaje para el periódico universitario y lo que en principio pareció una complicación le permitió cumplir con su tarea y adentrarse en el mundo de la ciencia ¡con sólo levantar un dedo!
Hacía horas que José, un estudiante de la Universidad de El Salvador, escribía y borraba pero no había forma de que el texto lo conformara. Estaba en blanco. No se le ocurría sobre qué podía escribir para que el reportaje que le habían encomendado resultara un aporte interesante para el periódico universitario. Sabía que tenía condiciones, pero también sabía que a veces la inspiración no llega y la ansiedad solo empeora las cosas. Finalmente, para despejarse, resolvió visitar a su amiga Karina, que vive en Acajutla, ciudad portuaria ubicada en el departamento de Sonsonate en El Salvador, y pasar allí el fin de semana.
Le esperaba un recorrido de tres horas, así que se compró un refresco, comprobó que su celular tuviera carga y abordó el bus que le llevaría a su destino.
El viaje transcurrió tranquilo hasta que, a mitad el camino, el bus sufrió un desperfecto mecánico y entonces a José se le ocurrió continuar su viaje por otros medios. A esa hora había bastante tráfico en una ruta de muchos vehículos de carga que llegan a Acajutla con mercadería que saldrá por barco a diferentes destinos, así que se dispuso a “pedir jalón”,
como le tocó algunas veces cuando andaba corto de dinero.
Al rato de estar en el borde de la ruta, con su brazo extendido y su pulgar hacia arriba, un camión con doble rodado detuvo su marcha y su conductor le ofreció llevarlo. José conoció así a Víctor, quien resultó un compañero de viaje amable y conversador, que a poco ya le estaba contando con orgullo detalles sobre su trabajo y sus experiencias como camionero. Desde los 22 años manejaba camiones dentro del país y también en traslados internacionales. Siempre le había interesado la mecánica y comprender cómo funcionan las máquinas, pero algunos problemas económicos en su familia no le permitieron estudiar en la universidad, y tuvo que ponerse a trabajar siendo muy joven.
Le contó que era un gran lector y José pudo comprobarlo: lo que los profesores en la universidad explicaban de manera muy técnica, Víctor lo explicaba de manera práctica. José siempre había tenido problemas para entender lo que fuera científico, pero esta vez, al asociarlo a la actividad concreta del conductor, todo le había resultado interesante.
El viaje resultó un jalón también para escribir su artículo y al encontrarse con su amiga, José estaba entusiasmado y no dejaba de hablar comentándole todo lo que había aprendido. Había tomado algunas notas en su celular y fotos del camión, y ya tenía la idea principal para desarrollarlo. Quería repasar y ponerse a escribir apenas llegaran a la casa.
‒Trabajar como camionero no se trata sólo de conducir el vehículo y llevar mercadería de un punto a otro. Se es responsable de que la mercadería llegue bien y en condiciones, pero sobre todo se debe asegurar no provocar accidentes; y en esto, el peso y la distribución de la carga en el camión son fundamentales ―repetía José, tal como se lo habían explicado. Y entusiasmado continuó―: En esos camiones que transportan carga pesada, como ganado o mercaderías de otro tipo, es muy importante controlar el sobrepeso y por eso existen controles en las carreteras para el transporte de carga. Son esos puestos en los que nosotros generalmente ni nos detenemos. Recién hoy entendí lo importante que son.
Fíjate que un camión que pese más de lo permitido podría provocar la rotura de un puente, o partir su eje provocando un accidente con otros vehículos, e incluso la muerte del propio conductor o de otras personas. Para quienes caminan por el borde de rutas, o cuando los camiones de carga atraviesan zonas pobladas, un exceso de sobrepeso puede transformarlos en un arma mortal ―completó, recordando el énfasis que había puesto Victor en ese asunto―. ¡A mí nunca se me había ocurrido pensar en eso! Imagínate el peligro que correríamos cada vez que hacemos ruta, si no se hicieran esos controles.
También me enteré que hay un acuerdo entre países, conocido como SOLAS, referido al control de peso de la carga de los barcos. Surgió después del hundimiento del Titanic. A partir de ese hecho quedó claro que era necesario tener certeza sobre el peso de la carga de un barco y se le reconoce como una variable determinante para evitar accidentes y proteger a las personas. Pero, aunque el acuerdo se firmó en 1914, no fue hasta el 2016 (¡casi 100 años después!) que se empezó a exigir que se cumpliera, y por eso ahora los barcos no pueden transportar contenedores sin antes haber verificado su peso bruto. Así, los camiones que llegan a puerto con mercadería están sujetos a rigurosos controles.
Hay mucha ciencia detrás de esos acuerdos y mediciones muy rigurosas para hacer las verificaciones —continuaba entusiasmado José—. ¿Sabías que el peso es la medida de la fuerza de atracción que ejerce la gravedad terrestre sobre un cuerpo, y se expresa como el producto de la masa por la gravedad? Yo no puedo recordar haber estudiado eso en mis clases de secundaria, siempre tan cruzado con los profesores de ciencia. Lo debo haber estudiado de memoria y lo olvidé rápidamente.
También aprendí de una ciencia que no tenía ni idea de que existía: es la Metrología, la cual se encarga de los aspectos teóricos y prácticos de las mediciones. En muchos países hay un Instituto Nacional de Metrología. El de nuestro país se llama Centro de Investigaciones de Metrología (CIM).
Ese instituto es responsable de controlar las balanzas de los comercios del país, para asegurar que lo que exhiben como medida sea correcto. ¡Tampoco se me había ocurrido jamás que las balanzas deben verificarse cada cierto tiempo para comprobar que estén dentro de sus errores máximos permitidos!
Para evaluar el peso de los vehículos de transporte de carga, entendí que usan balanzas fijas y móviles, las cuales reciben controles así como las balanzas de los supermercados. Existen balanzas que pueden pesar los vehículos en movimiento como también de manera estática, es decir deteniendo el vehículo en cada eje; la carga total es obtenida de la suma de ambas cargas. Víctor me comentó también sobre sanciones que les aplican si comprueban que el vehículo lleva sobrepeso.
–¿Y cómo se aseguran que las mediciones son las correctas y que no sea injusta la multa?, ―preguntó Karina.
–Me explicó que para asegurar que las balanzas tomen la medida correcta, deben estar siempre… ―José dudó, y consultando sus notas del celular agregó―: calibradas.
José había logrado entusiasmar a su amiga, quien ahora también quería entender más del tema. Para continuar consiguiendo datos para el reportaje, ayudó a José a buscar más información en Internet, y lo apoyó en la idea de conseguir una entrevista con algún experto que les ampliara información y les explicara.
Karina leyó en voz alta: “La calibración consiste en una operación establecida bajo condiciones específicas e implica una relación entre valores y sus incertidumbres de medida, lo que permite establecer parámetros para obtener un resultado de medida a partir de una indicación. La calibración de una balanza consiste en determinar los errores e incertidumbres de medida utilizando pesas patrones debidamente calibradas. Las balanzas que se encuentren calibradas poseen un certificado de calibración”.
Decididos a que era necesaria una entrevista con un experto, pasaron el fin de semana armando programas divertidos, pero a cada rato se les ocurría alguna otra cosa relacionada con lo importante que son los controles de peso. Ya no sólo en las carreteras o puertos. Encontraban ejemplos de cuestiones en las que el peso correcto puede afectar lo que se recibe o decisiones importantes y aún de la vida diaria: la compra de alimentos, la autorización a un jockey para correr en una carrera de caballos, las pesas que levantan los físico-culturistas, la cantidad de sustancia o droga en un comprimido o una medicina, el envío de un paquete por encomienda, los paquetes de alimentos pre-empacados (una bolsa que indica 1 kg de azúcar; una lata que indica 500 g de frijoles). Los ejemplos abundaban.
A los pocos días, José llamó a Karina para comentarle que había visitado la Dirección General de Transporte de Carga y conversado con Óscar Rodríguez, el Director General. Le había hablado sobre la importancia de controlar el peso y también el tipo de equipo de transporte para la seguridad de las personas y porqué la aplicación de las sanciones correspondientes cuando había incumplimientos.
José le leyó las notas que tomó en la entrevista con el experto: “La distribución del peso de un camión la hacemos por eje.
Dependiendo del peso o volumen hay que verificar si los ejes que presenta la empresa, en la combinación que está haciendo en el camión, van a permitir soportar la carga sin afectar la carretera (…). Hemos restringido las modificaciones que se hacen a los contenedores porque muchos empresarios están comprando camiones que no son porta contenedores, sino “cabezales”. Ellos compran el contenedor y aparte compran un cabezal y lo sueldan por las esquinas. Se presentan solicitando una validación de esos cabezales para que puedan convertirse en porta contenedores. Pero ese tipo de camión, cuando lleva sobrepeso y va en carretera, corre el riesgo de que la soldadura se rompa, dependiendo de la velocidad y la capacidad de maniobra del motorista. Entre 2016 y lo que va de 2017 (junio) hemos detenido alrededor de 133 cabezales que venían con ese cambio. Antes se les autorizaba, pero hemos cortado ese proceso para detener ese problema de seguridad. Gran parte de los accidentes de camiones suceden porque el equipo que llevan no es el adecuado”.
También había anotado que las balanzas fijas y móviles están ubicadas en plataformas de pesaje por eje, especialmente acondicionadas. Y se requiere que esas plataformas estén niveladas y sean de una longitud igual o mayor que la longitud del vehículo a pesar. Para la calibración de esas balanzas se emplean pesas patrones de alto alcance (100 kg, 200 kg, 500 kg y 1000 kg). La calibración de la balanza consiste en colocar pesas patrones en forma ascendente y descendente desde su capacidad mínima hasta su capacidad máxima. Los errores que ofrecen estas balanzas están alrededor del 1 %, es decir
5 veces mejor que la tolerancia internacionalmente permitida del 5 % para el exceso de carga por eje.
Ambos amigos ahora tenían claro que, en realidad, la seguridad es lo más importante y que los controles de peso se realizan para reducir los riesgos y daños en las carreteras. Controlar el peso también implica un importante ahorro en cuanto a los recursos destinados para la conservación de los caminos públicos y reducción en los costos operativos de los vehículos. Esto no se podría cumplir sin el desarrollo de un sistema que permite asegurar la precisión de las balanzas que controlan el peso por ejes para vehículos de transporte de carga en carreteras.
–Ahora sí estoy listo para escribir mi artículo. En cuanto lo tenga, te lo paso para que lo leas y me des tu opinión. Quién iba a decir que el desperfecto del bus me llevaría a reconciliarme con la ciencia, a bordo de un camión.
–El desperfecto del bus ¡y tu dedo pulgar! ―agregó Karina, riéndose―. No olvides que ha resultado un protagonista en esta historia. Yo creo que hasta deberías ponerle nombre.
Fernando J. Aguilar (El Salvador)