Raquel Tineo (Perú) y Silvana Demicheli (Uruguay)
Después de 8 años de extraer oro y plata de la mina La Zanja, en Cajamarca (sierra norte del Perú), se resolvió cerrarla. Para recuperar el suelo degradado por la actividad minera se aplicó una solución novedosa: los tecnosoles. En este artículo te contamos en qué consisten y cómo se preparan.
La actividad minera es una de las que más impacta a un ecosistema y produce daño ambiental. El suelo sufre, se agotan sus nutrientes y pierde las propiedades indispensables para que crezca la vegetación. El paisaje se altera, los seres vivos que dependen de él ya no disponen de alimento ni de refugio y la vida alrededor de la mina ya no es la misma.
En muchos casos, y si se interviene a tiempo, es posible rehabilitar el suelo; remediarlo para que tenga nuevamente una composición y características que permitan devolver el equilibrio al ecosistema. Que vuelva a ser apto y beneficioso para aquellos que lo precisan para su subsistencia o para recuperar su valor paisajístico y sociocultural.
Ese es el objetivo de una restauración ambiental enfocada en la recuperación de suelos. Y fue lo que se resolvió hacer en La Zanja, antes del cierre definitivo de la mina.
Tecnosoles: una mezcla con artefactos que devuelve la vida
La solución para recuperar el suelo de la mina fue el uso de tecnosoles. Es un tipo de suelo que no aparece por sí solo en la Naturaleza. Se prepara a partir de una mezcla de materiales que incluyen residuos y se coloca sobre el suelo a tratar. Con ese tratamiento, pasado un tiempo el suelo se recupera, aparece la vegetación y vuelve la vida.
Según la clasificación de suelos de la FAO un tecnosol es aquel suelo que tiene más de un 30 % de “artefactos”. No se trata de restos de computadoras y chatarras por el estilo. Con el término artefactos se refieren a materiales manipulados por el hombre, propios de la Naturaleza o residuos de actividades humanas con contenido orgánico. Por ejemplo, para la construcción de los tecnosoles para La Zanja se utilizó una mezcla de roca estéril, lodos de la planta de tratamiento de aguas ácidas y residuales domésticas, residuos orgánicos propios y traídos de la ciudad de Cajamarca y Trujillo, y otros generados por la agroindustria de la costa del país.
El proceso de preparación de un tecnosol es similar al de preparar compost (compostaje) a partir de cáscaras, hojas y residuos orgánicos para enriquecer la tierra. Pero para la construcción de un tecnosol se deben seguir una serie de pasos que incluyen análisis de laboratorios especializados y mediciones precisas para asegurar un buen resultado.
Construcción de un tecnosol
El material de partida es clave. Se deben estudiar las características del suelo a tratar y los factores ambientales, ya que condicionarán la evolución del material en ese entorno. Para lograr la mezcla correcta para La Zanja primero se analizaron muestras del suelo de la mina para estudiar el material predominante (evaluaciones geoquímicas); se estudió el ciclo del agua para saber cuánto llovía en la zona, cuánto de este recurso se infiltraba y su interacción con las rocas y otros materiales; y se hizo una predicción de su comportamiento.
Para evaluar la calidad y cantidad de residuos que se debían utilizar en la mezcla se tomaron muestras de cada uno y se realizaron análisis físicos-químicos para saber si contenían carbono, hidrógeno, nitrógeno, azufre, sus velocidades de reacción y contenidos de óxido, etc. Para esto se recurrió a la ayuda de un centro tecnológico químico (AGQ Labs), que cuenta con laboratorios con los instrumentos y métodos apropiados. Se hicieron entre 20 y 30 análisis de cada tipo de insumo antes de mezclarlos.
Foto cedidas por AGQ Labs.
Según lo que se busque con el tratamiento el tecnosol se puede preparar con diferentes dosis de materiales. Esa es otra particularidad y ventaja de la aplicación de tecnosoles: se pueden lograr suelos con características que nunca se presentan juntas en la Naturaleza.
Una vez que se dispone de los insumos correctos la mezcla se aplica en una zona del terreno a mejorar y pasa a la fase de “maduración”, que suele tardar entre 15 y 20 días, dependiendo del clima. Durante ese tiempo las fracciones orgánicas e inorgánicas se entrelazan y empiezan a adquirir las propiedades que se buscan. Para controlar el avance del proceso se realizaron ensayos semanales sobre muestras.
La calidad de las mediciones es esencial para garantizar la fiabilidad de los resultados, sobre todo en este tipo de aplicaciones. Según Yoel Iñigo, director de laboratorios de AGQ Labs, para asegurar que sus equipos trabajan en óptimas condiciones se hace una verificación diaria y la calibración de sus equipos se realiza anualmente. “En el caso de las balanzas, contamos con patrones secundarios que permiten hacer una verificación intermedia, lo cual nos indica que están en óptimas condiciones para el uso”, refiere el especialista.
La confiabilidad de los resultados se confirma cuando tienen trazabilidad metrológica. El responsable del Laboratorio de Inorgánica de la Dirección de Metrología del Instituto Nacional de Calidad (INACAL), Elmer Carrasco Solis, explica que la trazabilidad metrológica permite relacionar el resultado analítico a las unidades del Sistema Internacional de Unidades (SI) mediante una cadena ininterrumpida de calibraciones de los instrumentos de medición utilizados. No obstante, esta trazabilidad no asegura que la incertidumbre del resultado analítico sea apropiada al uso previsto ni que se encuentra libre de errores, a menos que se establezca un sistema de control de calidad que asegure la confiabilidad e idoneidad de los resultados emitidos.
“La mejor manera de cumplir este requisito de trazabilidad metrológica es que el laboratorio implicado en la cadena de trazabilidad sea competente. La demostración más segura de la competencia es la acreditación mediante los requisitos de la NTP ISO 17025”, agrega Carrasco. AGQ Labs cuenta con dicha acreditación, otorgada por el INACAL.
Como alfombra mágica
Cuando se verifica que el suelo contiene las propiedades diseñadas el tecnosol se puede usar como cobertura o como filtro. Se puede aplicar como un suelo superficial (como quien extiende una alfombra en su casa) o como barrera (combinado con otras tecnologías), dándole diferentes formatos, dependiendo del entorno. También se puede usar para tratar algún problema subterráneo; en ese caso se aplica en disolución, por inyección.
El “nuevo” suelo, ahora recompuesto, tendrá cualidades y características diferentes según el valor y uso que se le quiera dar: actividades económicas (agricultura, ganadería, forestación), actividades recreativas o para el desarrollo y conservación de hábitats y recuperación del valor paisajístico. Para la rehabilitación del suelo de La Zanja se produjeron tres tipos de tecnosoles, cada uno con una proporción de distinto material. Como la mina está situada sobre una zona de bosque nuboso donde crece el árbol de la quina, el plan de vegetación se diseñó con ciertas secciones destinadas al aprovechamiento forestal y que permita la cosecha de frutos, como el sauco.
La finalidad de aplicar estos procesos de rehabilitación de suelos es que el tecnosol corrija un problema que nosotros mismos ocasionamos. La actividad minera, como muchas otras actividades humanas, conspira contra la salud del ambiente y perjudica los ecosistemas. Pero también es cierto que la tecnología y la creatividad puestas al servicio de la búsqueda de soluciones para reparar nuestros errores nos permiten enmendarlos.
El recurso del uso de tecnosoles no es algo nuevo. Lo que es nuevo, y en particular en Perú, es que se estén aplicando para recuperar suelos degradados por la actividad minera. La aplicación en La Zanja fue la primera experiencia en el país y ahora se cuenta con los conocimientos necesarios para volver a aplicarla.
La solución está, pero será cuestión de no descansarnos en ella; porque parece mágica, pero no siempre logra revertir el daño.