CON PRISA Y SIN PAUSA

La velocidad con que se llevan a cabo las jugadas hace del futsal o fútbol de salón un deporte intenso para los que lo juegan y emocionante para quienes lo observan. El simple traslado de las canchas enormes a un área pequeña determina una serie de variaciones en las que las mediciones y conteos se convierten en un requisito para el disfrute.

A simple vista, un partido de futsal podría ser confundido con un encuentro de fútbol, pero las diferencias entre ambos deportes van bastante más allá de que el primero sea un juego de salón, que en vez de jugarse al aire libre y sobre una cancha de césped, tenga por escenario un espacio cerrado y por área de juego una superficie lisa, libre de asperezas, que suele ser de madera o de algún material sintético.

El tema de las medidas es aquí fundamental, pues el reglamento que ha elaborado la FIFA para establecer las formas oficiales para la práctica del futsal está lleno de ellas. El documento dice, por ejemplo, que el espacio de juego debe tener entre 25 y 42 metros de largo y entre 16 y 25 metros de ancho si se trata de encuentros nacionales, pero entre 38 y 42 metros de largo y de 20 a 25 metros de ancho cuando los partidos enfrentan a equipos de diferentes países. Del mismo modo, define que la distancia entre los postes del arco debe ser de 3 metros y que el travesaño debe de estar a una altura de 2 metros con relación al suelo. El espesor de la estructura que sostiene la red debe tener 8 centímetros. De idéntica manera, están claramente establecidas las dimensiones que deben tener las áreas de penal y de esquina así como las zonas de las sustituciones de jugadores.

También la pelota está sujeta a dimensiones establecidas por el reglamento, pues su circunferencia debe estar comprendida entre los 62 y los 64 centímetros y su masa no debe superar los 440 gramos ni ser menor a 400 gramos al inicio del cotejo. Por si estos requerimientos fueran poco, el balón debe tener una presión entre 0,6 y 0,9 atmósferas (607,95 hPa-911,92 hPa) al nivel del mar, y en su primer rebote –efectuado desde una altura de dos metros– no deberá rebotar menos de 50 centímetros, ni más de 65.

Pases sin respiro

Dado que el espacio de juego del futsal es evidentemente más reducido que aquel en el que se desarrollan los partidos de fútbol, los pases se producen de forma constante entre los diez jugadores –cinco por cada equipo– que, exceptuando al arquero, se mantienen en permanente movimiento durante los 20 minutos efectivos de juego que dura cada tiempo. “Técnicamente es un deporte mucho más rápido. Como el espacio es más corto y somos menos los jugadores, la táctica más común es la de “todos suben y todos bajan”, lo que significa que si el equipo ataca, todos subimos sin dejar espacios. Yo diría que en el futsal los jugadores no tenemos tiempo para darnos un respiro en pleno partido, pues hay que estar en movimiento constante”, comenta el “futsalista” Iván Peña.

Las únicas treguas las ofrecen los breves intervalos en los que, para garantizar que los 20 minutos sean de pases, el árbitro detiene el avance de su más cercano compañero de jornadas: el cronómetro. Este instrumento, que puede ser analógico o digital, le sirve para controlar la duración exacta del partido. Será más preciso mientras más pequeñas sean las porciones de segundo –décimas, centésimas o milésimas– que sea capaz de medir pero, en cualquier caso, debe estar cuidadosamente calibrado.

En el laboratorio que para esos fines tiene el Servicio Nacional de Metrología del Perú, se calibran estos medidores de intervalos de tiempo tomando como referencia patrones cuyo grado de exactitud es elevado. “Que un cronómetro esté calibrado significa que tiene una trazabilidad, que ha sido referenciado, o que ha sido comparado con otro de mayor exactitud, y que a su vez éste ha sido comparado con otro, aún de mayor exactitud, y así sucesivamente, a lo largo de lo que llamamos cadena de trazabilidad”, explica el especialista Henry Díaz. Asimismo comenta que, como en el futsal, la medición de tiempo y frecuencia resulta fundamental en industrias cuyos procesos deben tener una duración precisa para generar determinados resultados.

Según el estudio Demanda fisiológica durante el juego de fútbol de salón, a través de la distancia recorrida, elaborado por varios profesores brasileños de futsal y especialistas del Centro de Estudios de Laboratorio de Aptitud Física de San Caetano del Sur (Brasil), el volumen de oxígeno que un jugador consume durante los 40 minutos que dura un encuentro fluctúa entre los 60 y 70 mililitros por kilogramo por minuto (ml.kg-1.min-1); la frecuencia cardíaca promedio es de 172 latidos por minuto; y la distancia que recorren los deportistas es de 4658 metros para los defensas, 7180 para los aleros y 3543 en el caso de los atacantes. A lo largo de este recorrido, estos tocan la pelota alrededor de 48 veces.

Estadísticas de otros conocedores del tema, como el profesor Nicolino Bello autor del libro Conceptos modernos del futsal, aseguran que un equipo que logra realizar el 71 % de los pases y el 68 % de los disparos que se hacen durante un partido, difícilmente será derrotado. “En un espacio reducido las marcas llegan rápido, entonces la obligación es pasar rápido la pelota para evitarlas, y normalmente el balón regresa inmediatamente”, explica el entrenador peruano Carlos Garrido, quien considera al fútbol de salón un medio inmejorable para educar en lealtad y compromiso a las personas, pues el afán de alcanzar el objetivo propuesto convierte en imperativo el trabajo sincronizado así como el cuidado mutuo entre los integrantes de un mismo equipo.

Alta demanda física

A decir del entrenador, tales demandas exigen del jugador gran capacidad física, especialmente potencia, aunque también resistencia, equilibrio, ritmo, coordinación general, velocidad y fuerza, así como un buen conocimiento de las labores biomecánicas; es decir, desarrollar buenos hábitos motores a partir de las posibilidades de movimiento que ofrece el cuerpo humano.

La capacidad de atención y alerta también son determinantes, pues en el futsal las situaciones cambiantes son la única constante. Conforme avanza el marcador el partido aumenta en intensidad, se van dando los cambios estratégicos produciéndose momentos de equilibrio y concentración hasta arribar al momento decisivo que dará por fruto el resultado final. Mientras todo esto ocurre, los jugadores no solo rotan en las posiciones, cumpliendo diferentes funciones en el encuentro (fijo, alero y pivot) sino que también pueden ser cambiados sin los anuncios típicos del fútbol. El arquero sí está definido pero, según el reglamento, cualquiera de los jugadores puede cambiar su puesto con él.

No es de extrañar entonces que los entrenamientos con los equipos del fútbol sala incluyan exámenes médicos, evaluaciones físicas y la constante puesta a prueba de los grados tanto de técnica como de táctica y de los rasgos psicológicos de los jugadores.

Nuestro patrón de tiempo, que es la referencia para la calibración en el Perú, está conectado a la Red de Tiempos del Sistema Interamericano de Metrología – SIM, permitiendo determinar sus posibles desviaciones a través de comparaciones en tiempo real con las señales de diferentes países de Latinoamérica y Caribe las cuales son enviadas al NIST de EEUU. Foto: Walter Hupiu.

Los exámenes médicos incluyen análisis clínicos, pruebas biométricas y tests fisiológicos. La aptitud física suele ser establecida a partir de pruebas de entrada, evaluaciones físicas en resistencia, fuerza abdominal así como de brazos y piernas, mediciones de la velocidad, la elasticidad, la flexibilidad y la coordinación. Entre los tests más conocidos figuran el de Lían, el de Yo-yo y el de Cooper.

El primero mide la capacidad de recuperación cardíaca contando, también en este caso, con la ayuda de un cronómetro cuya exactitud resulta aquí igualmente fundamental. Sin desplazarse de su sitio, durante un minuto, el deportista debe golpearse los glúteos con los talones a un ritmo de dos pasos por segundo. Antes del ejercicio, se miden las pulsaciones durante 15 segundos y se vuelve a hacerlo luego del mismo hasta que éstas vuelvan al nivel previo. Mientras menos se demore el retorno al ritmo normal, tanto mejor es la capacidad de recuperación cardíaca del individuo.

El test de Yo-yo mide el consumo de oxígeno tanto progresivo como máximo, poniendo a la persona a correr de ida y vuelta tramos de 20 metros, a una velocidad creciente que es marcada por un beep, hasta que el agotamiento le impide mantener el ritmo.

El test de Cooper es una prueba de resistencia aeróbica que consiste en medir el recorrido que logra hacer una persona, corriendo a su máxima capacidad, en un lapso de doce minutos. A partir de una tabla que muestra los rendimientos por edades, es posible saber si la resistencia de un organismo es buena o no.

El entrenamiento técnico se enfoca en los pases, la recepción del balón, la conducción, el disparo y el cabeceo; mientras que el táctico presta atención a la reglamentación, la marcación, las coberturas, la rotación y a las maniobras tanto ofensivas como defensivas.

De hecho, el futsal se ha ido convirtiendo en un deporte de alto poder ofensivo y, conforme han ido pasando los años desde que se lo empezó a practicar, han ido aumentando las sustituciones, el número de pases, de disparos y de goles por partido. No en vano, estrellas del fútbol lo han practicado desarrollando sobre sus canchas sus habilidades. Tal es el caso de Tostao, Rivelino, Zico, Romario y Ronaldinho.

Historia de una evolución

El fútbol de sala empezó a jugarse en 1930 en el Uruguay. Eran aquellos unos días de euforia futbolística en dicho país, pues su selección nacional había ganado el primer Campeonato Mundial de Fútbol organizado justamente en Uruguay. Grandes y sobre todo chicos se volcaban a las calles, convirtiendo en canchas cuantas pistas y parques ofrecieran el espacio propicio. Cuando estas áreas empezaron a ser insuficientes, los equipos empezaron a usar canchas de básquet y otros espacios cerrados.

Este panorama impulsó al profesor uruguayo Juan Carlos Ceriani a tratar de ordenar el juego que él mismo proponía a sus alumnos durante sus horas de Educación Física, elaborando las primeras reglas a partir de las del fútbol, el básquet, el handball y el polo acuático. Dado que Ceriani integraba la Asociación Cristiana de Jóvenes (ACJ), institución que siempre ha promovido la práctica de deportes, el Instituto Técnico de la Federación Sud Americana –que agrupa a las filiales de la ACJ–, distribuyó entre éstas el citado reglamento.

Con el correr de los años, Brasil fue liderando la organización y el desarrollo del futsal. No en vano, fue en ese país donde surgió la CBFS – Confederação Brasileira de Futebol de Salão. En los 70 nació la Asociación Mundial de Fútbol de Salón, que contó con 32 países afiliados y la participación del Dr. Joao Havelange (máxima autoridad de la FIFA durante 24 años), como su primer presidente.

Hoy en día la práctica del futsal se ha extendido por todo el mundo. Este año (2014) entre el 28 de enero y el 8 de febrero, se llevó a cabo en Bélgica la Eurocopa de Fútbol Sala. Además de la selección del país anfitrión, compitieron por el campeonato 11 equipos nacionales, como por ejemplo, los de Eslovenia, Lituania y Rusia. Fue precisamente el equipo de este último país el que disputó la final a Italia, quien finalmente se hizo de la copa.

Dato 1:
El cronómetro cobra especial importancia en los partidos de futsal, pues los 20 minutos reglamentarios deben ser de tiempo efectivo de juego. Por eso, en cada interrupción del juego, el árbitro debe detener el paso del citado instrumento de medición del tiempo.

Dato 2:
En el futsal, los arqueros pueden desplazarse por toda el área de juego y los cambios de jugadores se realizan sin necesidad de anunciarlos y sin detener el partido.

Dato 3:
En cada uno de los dos tiempos de juego, cada equipo puede pedir un “tiempo muerto”. Se trata de un minuto durante el cual se detiene el partido, ya sea para que los jugadores descansen o para interrumpir una situación de alto riesgo.


CANELA DE OLAZÁBAL (PERÚ)

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