Prefacio 3ª Edición: Energía

Estimado lector,

Esta es una revista llena de energía.

No sólo porque es el foco principal de los artículos de este número sino porque todo lo que somos, lo que hacemos y producimos está basado en energía. Sin ella, la vida tal como la conocemos en nuestro planeta no sería posible.

Al hacer deportes, al comunicarnos, estudiar, trabajar, alimentarnos, viajar o salir de campamento; en la ciudad o en áreas rurales, en tierra o en el mar…; en seres vivos y en materiales inertes… siempre hay energía involucrada y todo sucede a partir de ella y sus transformaciones.

El ser humano hace miles de años descubrió su poder y desde entonces se ha esforzado por aprovecharla, estudiarla y medirla. Aún no ha logrado crearla -y según los conceptos de hoy, nunca lo logrará- pero sí obtenerla de diferentes fuentes, transformarla, industrializarla y hasta conservarla. Pero a medida que fue lográndolo también aumentó el consumo de recursos no renovables y produjo efectos que hoy son motivo de preocupación.

Algo muy interesante es que la energía es un sistema cerrado; no se crea ni se destruye, sólo se transforma de energía, según qué disciplina la trate. Una explicación simple, pero no universal, es que un cuerpo tiene energía si tiene la capacidad de realizar trabajo.

Imagina una gota de agua que pasa la compuerta del embalse de una represa para iniciar una caída de casi 200 metros a través del vertedero. A medida que cae pierde altura pero gana velocidad. O, dicho de otro modo, pierde energía potencial pero gana energía cinética. Cuando ella y las otras gotas que la acompañan golpean la paleta de la turbina la impulsan y provocan que gire. La energía cinética de la gota se transforma ahora en la de la turbina y a través de un generador ésta se transforma en energía eléctrica, una forma de energía de fácil aprovechamiento que nos ayuda a realizar trabajos y a vivir con mayores niveles de confort y comodidad. Podemos entonces decir que una gota de agua en un embalse es un cuerpo que tiene energía potencial aprovechable, que en este caso se transforma en energía eléctrica aunque también, pero en ergía térmica (calor). Una represa como la de Itaipú produce aproximadamente 95 millones de MWh al año. No podemos contar cuántas gotas intervinieron en esta producción que puede parecer mágica, pero sabemos que juntas producen mucha energía eléctrica y podemos estar seguros que la suma de esas diferentes formas de energías que produjeron son igual a la energía potencial que perdieron.

Para entregarte este nuevo número sin duda se ha transformado y utilizado mucha energía. Además de la energía electrodomésticos que nos acompañaron en el proceso (obtenida de diversas fuentes), utilizamos energía química presente en las baterías de nuestros celulares, energía fósil para alimentar los motores de nuestros vehículos y de los aviones que nos transportaron para nuestra reunión anual; y eso sin contar la que se habrá transformado y utilizado para obtener papel y tinta en la imprenta. También obtuvimos y transformamos energía a partir de los alimentos que se transforma en energía química de nuestro cuerpo y en impulsos eléctricos que al llegar y salir de nuestro cerebro nos permiten mover los músculos para procesos vitales, escribir, leer, hablar, oir, caminar… En fin, la lista es larga.

Ahora la revista está en tus manos y mientras la lees tú también obtienes, transformas y consumes distintos tipos de energía. ¿Ya pensaste en cuáles?

Te dejo planteada la inquietud. Quizás quieras compartir con nosotros tu respuesta, así como tus comentarios y sugerencias a través de nuestra página: www.revistadeacuerdo.org

Recibe un cordial saludo,

Alexis VAlqui

Alexis Valqui, Director de la revista
¡De acuerdo! – La ciencia a tu medida
Foto: Alberto Parra del Riego