¡Tiempo de una aventura global!

Cada año, un grupo de jóvenes provenientes de diferentes países se embarcan, literalmente, en una aventura que les permite ser viajeros en el tiempo mientras se forman como líderes y estrechan lazos de amistad.

Para la aventura, organizada por el Gobierno de Japón, 120 jóvenes representantes de todos los continentes arriban a Tokio, capital de ese país, y luego de dos semanas inician un crucero junto a otros tantos jóvenes japoneses, recorriendo varios países. En cada edición del programa, representantes de uno o varios países de Latinoamérica son invitados a participar.

El Barco para Jóvenes Líderes del Mundo ―conocido como SWY por su sigla del inglés, Ship for World Youth Leaders― recorre durante casi dos meses varios países en el océano Pacífico y les permite aprender sobre las culturas, experiencias de vida, aspiraciones y metas de las doce naciones visitadas.

En la cultura japonesa, el uso del tiempo y la puntualidad se consideran componentes vitales en las relaciones sociales y son respetados y valorados en el trabajo, las comunicaciones, el comercio y, por supuesto, el transporte. En el SWY, cada día se sabe exactamente a qué hora estar en qué lugar y por cuánto tiempo se estará, y los horarios se cumplen con una rigurosa puntualidad.

Al viajar desde un lado del mundo al otro, recorriendo varios países y utilizando diferentes medios de transporte, es imprescindible coordinar las mediciones del tiempo y sincronizar relojes en varias oportunidades, para llegar puntuales a las actividades y para respetar horarios.

Tictac: midiendo el tiempo

El tiempo es una magnitud física íntimamente ligada con el transporte. Toda persona que viaja de un lugar a otro está pendiente de la hora de partida o de llegada de un trayecto, cualquiera que sea el medio de transporte que utilice : bus, avión o barco. El desarrollo de los medios de transporte trajo consigo la necesidad de coordinación y sincronización y esto implicó desarrollos en la forma como se mide el tiempo.

El primer paso para ponerse de acuerdo respecto a la medición del tiempo es usar la misma escala de medición. Ahora bien, a lo largo de los siglos, los Estados y los gobernantes han definido cuáles son los patrones de medida para su territorio y quiénes serán sus custodios. A fines del siglo 19, varios países se pusieron de acuerdo en qué patrones utilizar para medir determinadas magnitudes (incluyendo el tiempo como una de ellas), y qué tipo de organizaciones serían las encargadas de asegurar que las mediciones fueran correctas y comparables con las que se realizaban en los demás países. Estos institutos se conocen como Institutos Nacionales de Metrología (INM).
Con respecto al tiempo, estos Institutos son los encargados de mantener los patrones de medición y de coordinar y difundir la hora legal en su país. Y también es el propio Instituto el que “fabrica” los segundos que la establecen; o, en caso de no poder hacerlo, lo delega en otro laboratorio que cuente con las condiciones, al cual se le denomina laboratorio designado.

En Colombia, un decreto ejecutivo nacional ha establecido que la hora legal del país sea 5 horas menos que la del Tiempo Universal Coordinado ―UTC (por sus siglas del inglés)― y que el responsable de fabricar los segundos patrón en el país sea el Instituto Nacional de Metrología de Colombia (cuyas siglas también son INM ). Mientras tanto, en México, la fábrica del tiempo está en manos del CENAM, y en Japón en el NMIJ, los institutos de Metrología de dichos países.

Todas las escalas de tiempo utilizan una fuente de frecuencia para definir la longitud del segundo, que es la unidad estándar de intervalo de tiempo. Luego se cuentan los segundos para medir unidades más largas de intervalo de tiempo, como minutos, horas y días.

Los niveles de duda (incertidumbre) sobre la exactitud de las mediciones del tiempo fueron evolucionando a lo largo de los siglos. En 1656, tomando como patrón de medida un reloj de péndulo, la incertidumbre era de unos pocos milisegundos. Para 1927, con los cronómetros y osciladores de cuarzo, los errores e incertidumbres eran de microsegundos y finalmente a partir de 1952 se lograron incertidumbres del orden de nanosegundos o picosegundos al establecer relojes patrón que dependen de las propiedades de un átomo.

Las escalas de tiempo modernas, como la UTC, definen el segundo basado en un fenómeno de radiación usando un átomo de cesio, y por lo tanto los segundos patrón son producidos por osciladores de cesio. Los relojes modernos utilizan esta escala como base para medir el tiempo. Las escalas de tiempo anteriores, incluidas las versiones anteriores del UTC, se basaban en observaciones astronómicas que medían la frecuencia de la rotación de la Tierra.

Todos en sincronía

Cada medio de transporte debe estar sincronizado a la hora legal de su país a través de un sistema de control, con el fin de estar articulado con todo el sistema y armonizar el servicio con otras actividades internas y externas. En el caso de viajes internacionales, el medio de transporte también debe estar sincronizado a la hora del país de destino.

La sincronización del horario es también fundamental para evitar riesgos de accidentes cuando se deben organizar varios vehículos que transitan por un mismo espacio, como es el caso de trenes que corren por mismas vías, o aviones y barcos que deben transitar en simultáneo por determinadas rutas.

El sistema público de transporte en Japón es tan puntual que es muy fácil planificar un viaje entre varias líneas del subterráneo, o entre el metro y el Shinkanzen (tren bala), o el autobús y un avión. Para los jóvenes viajeros es imprescindible estar sincronizados para presentarse a tiempo a tomar el tren o el subterráneo que los llevará de un sitio a otro y respetar la puntualidad exigida para todas las actividades. Así que, para evitar confusiones o atrasar las actividades de todo el grupo, deben estar atentos y sincronizar los relojes cada vez que es necesario.

Pero hay otro tiempo que se debe sincronizar porque se desajusta y nos afecta cuando viajamos: es el tiempo interno de nuestros organismos, comandado por nuestro “reloj biológico”. Si alguna vez has viajado de un país a otro, cambiando de huso horario, quizá hayas notado que durante los primeros días te despiertas con más cansancio o te cuesta dormir a tu hora usual pues sigues con energía y no logras conciliar el sueño.

Entre más distantes son los países, más difícil es lograr que el organismo se adapte a la hora local. Para quienes viven en Latinoamérica ―ubicada en el hemisferio occidental de la Tierra― al viajar a países del hemisferio oriental el ajuste es de los mayores que deben hacerse; por ejemplo, la diferencia horaria entre Japón y Colombia es de 14 horas, y entre Japón y Costa Rica es de 15 horas.

Una hora para cada zona

En el siglo XIX, fue necesario establecer un sistema unificado de medir el tiempo por el alto desarrollo del transporte y las comunicaciones. Los husos horarios fueron la respuesta para tomar en cuenta los diferentes momentos en que distintas partes del mundo entran y salen de la luz del día. Si todo el planeta estuviera en un mismo huso horario, las 12:00 sería mediodía en un país y medianoche en otro país, pero una hora de la mañana en un tercer país y de noche en un cuarto.

Debido a la curvatura y la rotación de la Tierra sobre su eje, diferentes partes del mundo reciben luz en distintos momentos. Dada la velocidad de la rotación, la Tierra gira 15 grados cada 60 minutos. Por ello, se establecieron 24 husos horarios distintos, cada uno con una longitud de 15 grados.

Todos los husos horarios se definen en relación a un meridiano que se toma como meridiano de referencia internacional y que se le conoce también como meridiano cero. Desde 1884 se acordó que el meridiano cero es el meridiano de Greenwich, que recibe ese nombre por pasar por el Real Observatorio de Greenwich, ubicado en Inglaterra y haber sido el seleccionado durante la Conferencia Internacional del Meridiano que se realizó ese año.

Así, por cada huso horario al este (oriente) del meridiano cero, se suma una hora con respecto al primero, pero si nos encontramos al oeste (occidente) hay que restarla. Estas sumas o restas, se reflejan en la selección de la zona horaria cuando un usuario configura la hora local en su teléfono o televisor inteligente o en su computador personal, dado que debajo del nombre de cada ciudad se observan las siglas GMT (por sus siglas del inglés, Greenwich Meridian Time). En el caso de Bogotá, donde está localizado el INM de Colombia, se asocia el meridiano GMT – 05:00.

¡Es hora de sincronizarse!

Para los participantes de un programa como el SWY, el ajuste horario no termina al llegar a Japón. Durante el viaje en crucero por el Pacífico de este año (2017) los participantes visitaron Vanuatu, Fiji, Nueva Zelanda e Islas Salomón, ubicados en zonas horarias distintas. Esto implicó adelantar o retrasar relojes, incluso varias veces en la misma semana, para sincronizarse con la hora del país al que arribaran; y por tanto, esto significaba una hora más o una hora menos de sueño, según viajaran al este o al oeste.

Los cambios de hora son fáciles de hacer en un reloj, pero el cuerpo los toma con mayor dificultad. Los llamados relojes biológicos, de ritmos circadianos, son procesos metabólicos del organismo que alternan la actividad de las personas y otros seres vivientes. Tienen períodos de entre 20 y 28 horas, y regulan los momentos de vigilia y sueño.

El desfase horario, también conocido como jet lag, es una disrupción (interrupción) de ese ritmo circadiano, causado cuando el cambio en el tiempo y las señales de luz que recibe el cerebro hacen que este le indique al cuerpo que altere sus patrones normales de vigilia y sueño para ajustarse a su entorno. ¡Y a veces los cambios son fuertes!

Estos cambios físicos son similares a los que experimentan quienes pasan varios días durmiendo poco y en horarios irregulares. Para contrarrestar los efectos, se recomienda seguir un horario regular y destinar suficientes horas para dormir. De no manejarse bien, el desfase horario tiene un efecto negativo en el desempeño mental y físico de la persona que viaja.

Como ves, el tiempo y el transporte son temas interconectados, y medir el tiempo con exactitud es fundamental para que todas las actividades que dependen del transporte, como la industria, el comercio y el turismo puedan llevarse a cabo con eficiencia. También para aventuras como las de estos jóvenes viajeros que recorren espacios y tiempos, formando lazos de amistad para los que no hay escalas ni patrones de medida.

Liz C. Hernández y Nelson Bahamón (Colombia).

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