La revolución de “El sonido 13”

La pieza que se interpreta en el escenario —Preludio para Colón— resulta sorprendente para todos porque no obedece a ninguna de las estructuras musicales tradicionales. Está compuesta con el infinito de sonidos que un músico mexicano encontró entre las teclas del piano, a partir de un experimento que realizó con su navaja y su violín: los micro-tonos.

A principios del siglo XX, cuando el mundo buscaba sacudirse de encima las estructuras heredadas del viejo siglo y las revoluciones sociales y culturales estallaron en diferentes países, un virtuoso violinista y director de orquesta mexicano —el maestro Julián Carrillo— buscaba cómo romper con los antiguos esquemas de la música de su tiempo. Sin lugar a dudas había nacido para ser músico. Tenía un “oído absoluto”, una habilidad que permite a algunas personas escuchar cualquier golpe, voz o grito y definir con exactitud a qué nota musical corresponde.

Gracias a un singular experimento de física, encontró el camino para iniciar su propia revolución, a la que llamó El Sonido 13. Para visualizar lo que logró basta pensar que entre una tecla blanca y la siguiente tecla negra de un piano, se considera que existe un semi-tono. Lo que él descubrió fue el infinito número de sonidos que existe entre ambas, a los que llamó micro-tonos.

El músico cuenta que durante una clase de acústica, su maestro les explicó la Ley de Divisiones de Cuerdas, que establece que si se divide en 2 segmentos una cuerda, cada uno sonará como la octava superior con el doble de la frecuencia; si se divide en tres, sonará la quinta; y así sucesivamente. El concepto sorprendió al joven músico, y picado por la curiosidad decidió poner en práctica lo aprendido. Al llegar a su casa, comenzó a experimentar con las cuerdas de su violín y una idea se encendió en su cabeza: “Primero dividí la cuerda por la mitad de su longitud y se produjo el fenómeno que para mí era de milagro: oí la octava del sonido fundamental”, explica Carrillo en sus memorias. “Después proseguí dividiendo la longitud de la cuerda en tres y se produjo la quinta; en cuatro… y oí la cuarta; en cinco… y resultó la tercera, hasta que llegué a la octava división; allí me detuve porque el grueso de mi dedo y el pequeño fragmento de la cuerda que quedaba me imposibilitaban seguir”.

Entonces, el filo de su navaja brindó a Carrillo la herramienta para continuar explorando esta ley y con ayuda de un condiscípulo que le movía el arco, dividió el intervalo que va desde la nota “sol” de la 4ª cuerda suelta del violín, hasta el “la”. “Pude oír clara y distintamente dieciséis sonidos diferentes, es decir, los dieciseisavos de tono” escribió Carrillo. A este concepto lo denominó “micro-tono”, término que se mantiene hasta nuestros días. Con este experimento Carrillo logró dividir el tono en 128 partes, extendiendo, de este modo, a 768 los sonidos musicales.

Los instrumentos musicales occidentales de cuerdas que no tienen trastes (como el violín o el violonchelo, por ejemplo) pueden producir micro-tonos naturalmente —como mostró el experimento de Carrillo— y también los tradicionales de culturas no-occidentales, como el sitar. Otro de sus grandes aportes a la música y a la ciencia fue el diseño y patente de los pianos metamorfoseadores, capaces de tocar piezas desde el tercio hasta el dieciseisavo de tono (este último distribuye sus 97 teclas en la distancia de una octava de piano normal). Los pianos obtuvieron la gran medalla de oro por el alto valor cultural que representan para la humanidad en la Exposición Mundial de Bruselas (1958).

Actualmente existen instrumentos construidos especialmente para producir micro-tonos (pianos, guitarras y flautas, por mencionar algunos) así como instrumentos electrónicos que los consiguen.

La visión del Sonido 13 como la música del futuro quedó retratada en los textos que el maestro Carrillo escribió en esa época “El Sonido 13 será el principio del fin y el punto de partida de una nueva generación de músicos que vendrá a transformarlo todo, pues no quedará ni uno solo de los instrumentos actuales en uso. Todos ellos serán insuficientes para producir la abrumadora cantidad de sonidos que van a emplearse.”

Daniel de la Torre (México)

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