PARAMÉDICOS Y EQUIPOS: DÚO QUE SALVA VIDAS

La participación de estos profesionales de la salud y el uso adecuado de los aparatos médicos en los estadios de fútbol es fundamental para cuidar la integridad física de los jugadores. En la conjunción de estos dos factores, la metrología contribuye a garantizar la atención de las emergencias en los campos de juego y los tratamientos posteriores.

El fútbol no solo es un gol de alguno de los mejores jugadores en la final de Liga de Campeones de Europa o de la Copa Mundial de fútbol. En medio de este espectáculo que mueve millones de euros y de aficionados que acompañan a los equipos y selecciones nacionales con pasión, con frecuencia aparece un visitante indeseado que causa dolor pasajero o permanente en los hinchas y hasta luto. Se trata de las lesiones, producidas en pleno partido por la disputa de un balón, la fuerza excesiva de un rival o fallas intempestivas en la salud del jugador.

La atención de estas situaciones es importante por el impacto que pueden causar en una sociedad. Por ejemplo, en Estados Unidos, según la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por su nombre en inglés), anualmente 75 000 niños entre 5 años y 14 años reciben atención en las salas de emergencias por lesiones sufridas en el fútbol inglés o soccer y en Argentina, según un estudio de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) entre 1997 y 2000, el 29,9 % de las lesiones sufridas por los jugadores de las selecciones nacionales en las categorías Sub-17, Sub-20 y mayor comprometió su rodilla y el 23,7 % el muslo.

Para responder con éxito ante estos hechos, la organización de los partidos de alto rendimiento o torneos profesionales debe disponer de un equipo de profesionales en la salud, en el que participa el paramédico (persona con formación profesional, técnica o tecnológica dependiendo del país). Su misión es atender a los pacientes al lado del médico y con el uso de equipos especializados detectar, dar respuesta, reportar, brindar cuidados en el lugar y, si es necesario, transportar al paciente a un centro médico u hospital. En la cancha de juego, el primer paso en la atención, según relata John Jiménez, paramédico de la Escuela de Salud FUSDESA (Colombia), es valorar el estado de conciencia del afectado para lo cual le hacen una serie de preguntas.

Este paso es el preámbulo de atención del cuerpo de auxiliares que prosigue con la medición de la frecuencia cardíaca y la frecuencia respiratoria, acciones en las que debe hacer uso de aparatos como el pulsímetro (también conocido como esfigmómetro) o el frecuencímetro cardíaco para el primer caso y los estetoscopios en el segundo. “Estas mediciones se hacen para saber el estado inicial del paciente con el fin de determinar los pasos a seguir, si debe ser trasladado para recibir asistencia médica prioritaria o no”, explica el especialista.

De acuerdo con Álvaro Bermúdez, subdirector encargado de Metrología Física del Instituto Nacional de Metrología de Colombia, esta ciencia contribuye con el accionar de los paramédicos desde dos vías. La primera incluye la medición de las características del terreno: su longitud, perímetro, planitud, humedad, declive, altura del césped, entre otros. Son factores –supervisados por las autoridades deportivas o las que manejan los escenarios deportivos – que pueden, por ejemplo, “provocar que el jugador tenga una lesión aún caminando”. En esto la metrología asiste de manera evidente en la prevención de accidentes. La segunda vía es la mecánica del cuerpo, relacionada con la preparación física del deportista, la cual se puede comprobar gracias al monitoreo periódico utilizando equipos médicos que deberán estar debidamente trazados a los patrones establecidos internacionalmente. Aquí la ciencia de las mediciones es importante para identificar el estado de dicha preparación.

El diagnóstico cierto a través de estos medios permite al jugador controlar su preparación para luego demostrar el máximo de sus capacidades ante sus colegas y la afición, brindando un espectáculo digno de elogio.

Equipamiento: el aliado

Tan fundamental como el conocimiento e inmediatez de los paramédicos para detectar cualquier anomalía en la salud del paciente-futbolista y el protocolo a seguir (que puede variar según cada legislación) un factor crítico que incide en la efectividad del proceso de atención es el equipamiento médico y su correcta calibración.

Por ejemplo, para situaciones extraordinarias como un paro cardiorespiratorio (que en el fútbol ha provocado la muerte súbita–como se le denomina en el ámbito médico–) se debe aplicar una reanimación cardiopulmonar, acción que tiene prevista una serie de procedimientos y el uso de equipo electromecánico, materiales y fármacos. El material básico requerido es un monitor-desfibrilador automático externo con electrodos, equipos de vía aérea como mascarillas y accesorios.

Ante un corazón que puede dejar de latir intempestivamente debido a la tensión y el estrés de un partido que define un campeonato y genera millones de dólares en publicidad y taquillas, a la influencia del clima (muchas veces extremo según el sitio donde sea el juego) o simplemente por una falla fisiológica interna del deportista, el uso del desfibrilador automático es fundamental y puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.

En el momento que se presenta la falla cardíaca en el jugador se debe actuar rápido (el margen es de tres a cinco minutos para realizar el procedimiento) y así lo saben los paramédicos, que deben usarlo tal como indican las instrucciones. El desfibrilador permite aplicar impulsos de alta tensión breves y frecuentes de una energía especificada que detienen la arritmia cardíaca. Aunque lo ideal es que sea usado por expertos como los paramédicos, el diseño del desfibrilador permite que sea empleado por cualquier persona. En la parte frontal del aparato están dibujados los números 1 a 3 que indican los pasos a seguir. Algunos modelos incluso tienen la ventaja de contar con una voz pregrabada que va orientando a la persona en los pasos que se deben cumplir para atender al paciente.

El protocolo de atención indica que se deben poner los dos electrodos en el pecho desnudo del jugador-paciente tendido en el suelo: el primero en la parte superior derecha del pectoral mayor y el otro debajo de la tetilla opuesta. El siguiente paso es conectar los electrodos y la luz intermitente. A partir de ese momento la máquina actúa casi sola: realiza el diagnóstico y establece si debe pasar al tercer paso (aplicar los impulsos de alta tensión) lo que permitirá devolver, en la mayoría de los casos, el ritmo normal al corazón del paciente.

Mauricio Serrato, médico deportólogo y director del Centro Biomédico del Centro de Alto Rendimiento del Instituto Nacional del Deporte de Colombia (COLDEPORTES), valora este punto del protocolo aplicado por el cuerpo de atención a los deportistas como fundamental para garantizar que la salud del afectado vuelva al curso normal o tomar otras medidas extraordinarias en caso necesario.

El desfibrilador

El desfibrilador es un equipo para la atención de emergencias cardíacas, que está diseñado para poder ser utilizado por cualquier persona y permite dar asistencia inmediata ante fallas cardíacas. Dos parches con electrodos se colocan en determinados puntos del pecho del asistido y el propio equipo realiza mediciones y determina si es necesario aplicar corrientes de energía de alto voltaje que permitan devolver el ritmo cardíaco al corazón.

Foto: José Luis Barragán

 

“El aparato detecta si el ritmo que están registrando los electrodos sobre el pecho del paciente corresponde a una fibrilación ventricular y él mismo se encarga de aplicar las descargas”, comentó este especialista que durante su trayectoria profesional ha asesorado a equipos profesionales de fútbol y de otras disciplinas deportivas. A partir de tantos casos que ocasionaron muertes de jugadores, en el Congreso de la FIFA de mayo de 2012 se propuso que la FIFA entregara un desfibrilador a cada una de las asociaciones miembro y el presidente del organismo, Joseph Blatter, lo aprobó.

El cuidado de los equipos

Es importante señalar que la calidad del diagnóstico y la efectividad del posterior tratamiento y rehabilitación de los jugadores requiere que los equipos e instrumentos médicos ofrezcan resultados confiables. El aseguramiento de la exactitud de los aparatos como el desfibrilador u otros como los monitores clínicos, termómetros médicos, electrocardiógrafos (que sirven para medir el ritmo de los pulsos de los futbolistas lesionados) o el esfigmomanómetro (instrumento que mide la presión arterial), lo garantiza la metrología. Como consecuencia de la utilización de equipos que se encuentran bien calibrados, la salud de los afectados corre menos riesgos. Para ello es fundamental su control periódico, el cual dependerá, entre otros, del grado de peligro que pueda representar para el paciente que el instrumento produzca datos incorrectos.

La calibración de los equipos en Colombia se debe realizar en lugares especializados donde tanto los procedimientos, los equipos patrones y el personal profesional que participa en el proceso han sido previamente autorizados a hacerlo por la autoridad correspondiente en el campo de la metrología.

Frente a la aparición de ese visitante indeseado que causa dolor pasajero o permanente en los estadios y fuera de los mismos, el paramédico y un equipamiento técnico en correctas condiciones se convierten en los vigías de la salud de los futbolistas. Además, gracias a la metrología dentro y fuera del estadio, su diagnóstico y posterior tratamiento será el adecuado y ayudará a que el jugador afectado se recupere y regrese a un desempeño normal.

José Luis Barragán (Colombia)

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